Carlos Santana es reconocido por su virtuosidad como guitarrista, pues desde muy joven perfeccionó su técnica, la cual le fue enseñada por Javier Bátiz, quien siempre reconoció el gran talento que el músico, a quien concebía como "un genio", tenía por naturaleza.
Eran finales de los cincuenta, cuando Bátiz, con sólo 14 años, dedicaba la vida a tocar la guitarra, por las noches asistía a clubes nocturnos de Tijuana, de donde era originario.
Su juventud, vitalidad y deseos de dedicarse a la música lo motivaban a que, cada domingo al mediodía, luego de trasnochar, acudía a un parque a ejecutar su instrumento.
Lee también: Muere Javier Bátiz, guitarrista y padre del rock mexicano
Fue en una de esas tardes cuando Javier conoció a un joven Carlos Santana que, con sólo 11 años, deseaba aprender a tocar la guitarra, de hecho, no fue él quien se animó a presentarse con Bátiz, sino la madre de este, doña Josefina Barragan.
"Llegó la mamá de Carlos con Carlos, lo llevó a mi casa, me pidió que le enseñara a tocar, nos hicimos amigos", rememoró en una entrevista para "Buscando el rock mexicano".
Fue así como Santana comenzó con su preparación de guitarrista y Bátiz quedó sorprendido con la capacidad de su pupilo no sólo de comprender el instrumento, sino de buscar una técnica propia para darle esa esencia característica que luego quedaría marcada en sus composiciones.
"Aprendió luego luego a tocar como yo, se fue a su casa, al día siguiente lo trajo su mamá otra vez y me dijo: ´-Oiga, por su culpa, mi hijo no durmió´; todo lo que le había enseñado me lo devolvió como 40 veces, lo hizo al revés y al derecho", rememoró hace un año.
La técnica que enseñó al guitarrista fue el método a través del que Bátiz colocaba las notas de la escala pentatónica en un bajeo de honky tonk.
Lee también: Javier Bátiz desafía a la adversidad
Fue así que don Javier denominó a su colega como un genio:
"Carlos es un genio, un genio".
Al advertir el gran músico que tenía frente de sí, Bátiz invitó a Santana a tocar con él en el Convoy Club, de 1958 a 1963, año en que decidió emigrar a la Ciudad de México, y dar a conocer el blues en la capital.
De hecho, confió que, en ese momento, obsequió a Santana el automóvil que tenía en Tijuana, pues sabía que conquistaría con su música a nuestra ciudad.
Siempre destacó que en Carlos nunca vio un enemigo, pues pensaba que la música estaba hecha para unir.
"Hasta la fecha somos íntimos amigos, nos llevamos superbien, todavía nos vemos y nos juntamos, tocamos cuando podemos, las competencias son para idiotas, la música no se hizo para competir, se hizo para compartir".
Aunque reconoció que, cuando se veían, tenían cada vez menos temas en común, debido a que sus estilos de vida eran muy distintos.
Entre sus deseos quería reencontrarse con Santana en el escenario y tocar juntos en el Estadio Azteca, aunque era muy consciente de que había muy pocas posibilidades de que eso sucediera.
"Eso para mí sería lo máximo, mi sueño imposible, es imposible porque Carlos cobra la millonada, entonces no hay más que el sueño dorado y algún día poderlo hacer, ¿no se puede?, ni modo, Carlos y yo ya no podemos darle tiempo al tiempo, ya estamos viejitos".
melc