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Con un espectáculo digno de un viaje en el tiempo de aires futuristas, la banda de heavy metal, Iron Maiden, ofreció ayer un frenético show en el Estadio GNP Seguros, en el que también rememoró el pasado, tocando lo mejor de su repetorio.
Un piano y una guitarra melódicadieron pie a “Caught somewhere in time”, tema con el que la banda abrió su concierto, haciendo honor al título de la gira The Future Past, tema que habla sobre el deseo de viajar en el tiempo para corregir los errores.
“Hola, México. Es increíble ver a tantas personas en este maldito show. ¿Están listos? Vamos a disfrutar juntos”, gritó emocionado el vocalista Bruce Dickinson y una guitarra acústica, misteriosa, lenta, casi flamenca, introdujo el otro tema.
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Luego, entre luces tenues que iluminaban el centro del público y con el tema de la cinta Blade runner, “End titles”, la banda se trasladó a una de sus canciones de 1982, “Stranger in a stranger land”, en la que Dickinson entró en personaje.
Ataviado con una gabardina enorme, el vocalista se acercó a la orilla del escenario como si estuviese descubriendo un lugar extraño y levantó el atril del micrófono como si se tratara de un estandarte.
Fue entonces cuando apareció el personaje que ha dado identidad a la banda durante más de 40 años: Eddie The Head, caminando por el escenario con un arma futurista y un atuendo al estilo viejo oeste. Los fans disfrutaban de ser “agredidos” con el arma de Eddie, que los miraba.
La máquina del tiempo hizo otro salto a “The writing on the wall”, canción de su más reciente disco Senjutsu, el cual es una crítica a la corrupción, pero más que eso, una advertencia a negarse al cambio.
La gente en la pista se empujaba y brincaba sin parar, no dejando así hueco al frío de la noche en la capital, mientras Bruce, con su melena larga y canosa, corría por todo el escenario pidiendo al público de las gradas levantarse de su butaca y cantar, y éste le respondía frenético.
Con virtuosos solos de parte del guitarrista Dave Murray, siguieron con “Days of the future past”, que aborda cómo las decisiones que tomamos definen nuestra vida.
Entonces, el “olé, olé, olé, olé, Maiden, Maiden”, se hizo presente.
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“¿Quieren volver a 1986 otra vez? Hoy estamos como en el DeLorean (de Volver al futuro). Vamos a volver al pasado como si esto fuese una máquina del tiempo”, dijo Dickinson entre risas macabras para continuar con el show y en “The prisoner”, el baterista Nicko McBrian hizo gala de su habilidad, mientras Bruce se acercó con Steve Harris, el bajista, para bailar con complicidad.
Con “Heaven can wait”, de 1986, los metaleros dieron un giro a la trama y comenzaron a explorar ahora su deseo de mantenerse vivos, lo que cobró sentido entre el público, tratándose de una banda veterana que con su energía ofrece una especie de resistencia al tiempo.
Los asistentes levantaban las manos y aplaudían sin parar cada solo de guitarra, como en los demás éxitos de la banda que coronaron la noche: “Fear of the dark”, “The trooper” y “Wasted years”, con la que la máquina del tiempo se detuvo.