Berlín siempre ha estado en el destino de Ilse Salas. Su bisabuelo llegó a México procedente de Alemania y ella misma ha asistido al Festival Internacional de Cine que se desarrolla en la capital germana desde hace una década, cuando presentó el filme "Güeros".
En estos días, incluso, hará un viaje relámpago a esa ciudad europea para apoyar a su esposo, el cineasta Alonso Ruizpalacios, cuyo filme más reciente La cocina fue presentado en competencia.
“Tengo algo que místicamente me sigue llamando a esas tierras”, destaca Ilse.
Ahora, la protagonista de "Las niñas bien" y "Señorita 89" estará en un Berlín mexicano, al estrenar el próximo 14 de marzo la puesta en escena Cabaret, el musical, ambientada a finales de los años 20, cuando el nazismo comenzaba a asomarse por el mundo.
El Teatro de los Insurgentes la verá interpretar a Sally Bowles, la chica estrella del decadente centro nocturno Kit Kat Klub, y quien sostiene una relación con un escritor.
“La historia es pertinente. El mundo siempre se está cayendo a pedazos, pero también, siempre, hay rincones como el cabaret que nos dan luz y nos hacen creer que las cosas pueden ser distintas, por lo menos un ratito”, dice.
En la obra dirigida por Mauricio García Lozano compartirá créditos con Irene Azuela (Monarca) en el papel de Emcee, maestra de ceremonias del negocio.
“Son diferentes la obra a la película (con Liza Minelli), aunque el personaje sí se parece. Yo digo que Sally es una huérfana y sí tiene rasgos muy infantiles: sigue buscando una casa, un hogar y a alguien que la sostenga, pero al mismo tiempo es muy resiliente y fuerte, así como erótica en el sentido aristotélico y saca fuerza cuando parece que ya no tiene, con su sentido del humor, su gracia y llanto”, detalla.
Su ingreso al montaje, reconoce, fue con “algo de maña”. Durante la audición aseguró, aunque no era cierto, que conocía la novela "Adiós a Berlín" (1939) de Christopher Isherwood, así como la puesta en escena que protagonizará con Irene.
“Dije que me sentía capaz y ya cuando me dijeron que me quedaba con el personaje, sí tuve que decir la verdad (risas). Me dijeron: ‘bueno, lo que tienes que hacer es estudiar’”.
Al día siguiente se puso a hacer más ejercicio del habitual, pues cantar, actuar y bailar requiere de buena condición física. También se puso a las órdenes de una profesora de canto, aunque pocos saben que en su adolescencia formó parte de un grupo rockero llamado La Fábula de la Rana Sabia, nombre que no prosperó porque había entonces una pizzeria en Monterrey con el mismo apelativo, así que terminó transformándose en Libélula.
“Pero me ganaba la fiesta (risas), fumaba y pues como que la vida nocturna no es lo mío. Fue cuando estudié teatro y dejé de cantar. Ahora será la primera vez que cante después de 20 años”, comenta.
“(A lo físico) Es a lo que más miedo le tengo. Tengo muchas escenas dramáticas, entonces necesito de corazón y pulmones fuertes, aunque durante los mismos ensayos vas agarrando condición física y contagiándote de los demás. Lo que sí es que soy pésima bailarina, pero habrá magníficas en el elenco”.
Con “Mein herr” ha sufrido las dinámicas con las sillas, pero con “Don’t tell mama” se ha sentido cómoda por el rango emocional que se necesita: “No es acto para mentes cerradas, quien venga tiene que ir muy open mind, no pueden asustarse”, advierte.
Cabaret, el musical, es una producción de Claudio Carrera, Daniela Romo, Diego Luna y la recién fallecida Tina Galindo, quien no alcanzó a ver los ensayos.
"No es un acto para mentes cerradas, quien venga tiene que ir muy open mind, no pueden asustarse": Ilse Salas, actriz