La obra se ha mezclado enteramente en la psique de sus protagonistas . Mientras que Ilse oye canciones de Amy Winehouse y Nina Simone para entrar en ambiente; Irene revela que ha soñado cosas alusivas a la puesta en escena.

En el montaje que acaba de estrenarse en el Teatro Insurgentes, Ilse interpreta a la frágil y hedonista Sally Bowles; al tiempo que Irene se mete a la piel de un enigmático Maestro de Ceremonias del centro nocturno Kit Kat Klub, donde se desarrolla la historia.

Y ambas son “animales” del teatro. Pueden “sufrir” en algún momento, pero no pueden negar que estar frente al público cada noche, las llena de energía.

Previo a una función, ambas hablan sobre su relación con el escenario en vivo, donde si hay equivocación u olvidos, no hay manera de regresar al punto de partida.

Foto: Especial.
Foto: Especial.

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes del teatro?

Irene Azuela: Como espectadora fue “Hello Dolly”, estaba pequeñita, pero me acuerdo que constantemente le preguntaba a mi mamá si ya se había acabado. Sentía que estaba viviendo un sueño y no quería que se acabara. Ahora que he estado aquí, pienso en eso y creo que la gente que desdeña a los musicales se pierde la oportunidad de estar constantemente sorprendiéndose. Los musicales no te permiten respirar porque volteas al vestuario, oyes una nota increíble, luego ves el escenario, todo el tiempo se están moviendo cosas.

Ilse Salas: Empecé ir al teatro cuando comencé a estudiarlo. Antes malamente no tuve esa cultura y creo que la primera obra que me impactó fue “Los justos” de Ludwid Margules, la vi siete veces y me parecía como muy rebelde esa puesta que se ubicaba en un salón y los actores te escupían en la cara (al hablar).

¿Te ha pasado algo chistoso, raro o tétrico en una obra de teatro?

IA: Me ha pasado que se me olvidan las líneas y ha sido en todas (risas). Pero hace como diez años hice justamente una obra de teatro con Ilse, “Crímenes del corazón”, y teníamos que peinarnos como los años 70, pero como yo tengo el cabello muy lacio es difícil hacerme crepé porque siempre se bajaba. Entonces en un momento decidí que me iba a poner como una esponjita para que agarrara volumen, pero me lo hice tan mal que el cabello se bajó, no me di cuenta y salí a escena con esa esponjita viéndoseme.

IS: Tuve un blakcout en la primera obra (El diablo del oeste) que hice con Alonso Ruizpalacios (director de “Güeros”) cuando era mi maestro y fue horrible. Y luego cuando hacía “Todo sobre mi madre”, Margarita Gralia no entró a escena porque se equivocó de vestido y no quiso salir así, entonces me quedé yo improvisando, sola. Le grité de todo y luego ya nos perdonamos (risas).

¿Tienes un ritual antes de estrenar una obra teatro o empezar una función?

IA: No, pero lo que me gusta es mover el cuerpo antes. De unos años para acá he encontrado que hacer diez saludos al sol (en yoga), me ayudan a calentar al cuerpo, a enfocarme y decir que ya estoy por arrancar. Y luego, dependiendo de la naturaleza de la obra, hago cosas. Por ejemplo, en “Hamlet” había cachos de la obra que tenía la necesidad de repetir antes de la obra, pero aquí en Cabaret, no.

IS: No, pero debería. Tengo mi rutina de ejercicios y calentamientos que siempre es la misma. Y hago un playlist para cada obra para que me metan a lo que haré. Ahora suena (para Cabaret) Nina Simone, Marlene Dietrich y Amy Winehouse.

¿Has tenido pesadillas a raíz de estar en esta obra? Hay estrés, por supuesto.

IA: Una vez soñé con el estreno de la obra y que íbamos a la casa del director (Mauricio Garcia Lozano) donde nos daban como mamuts (la galleta) recién horneados (risas), pero el más impresionante es cuando soñé que estaba como en una especie de Disneylandia, en un juego que son como muñequitos de distintos países y vas viendo de dónde son, pero que aquí eran MCS, de terror.

IS: Perder la voz es mi pesadilla. Apenas me enfermé esta semana y es lo peor que me ha pasado, me siento vulnerable. Ahora con todo el ambiente reseco que hay, yo digo que no puedo enfermarme porque debo cantar.

Los futbolistas pierden varios kilos cada partido por estar corriendo, ¿aquí como ha sido con ustedes eso, al estar todo el tiempo en movimiento?

IA: Sí es muy exigente, al día siguiente no me puedo mover. Voy a dejar a mi hija a la escuela y al regresar, me duermo otras tres horas.

IS: No puedes dormir después de una función, debido a toda la adrenalina que se tiene y  ese es un problema. Irene y yo tenemos hijos chiquitos y tenemos que hacerles el lunch, llevarlos a la escuela y después de eso te tumbas a dormir, algo que yo no hago (normalmente). Sino hago teatro, voy a hacer ejercicio, pero ahorita no he podido.

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