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Luego de un primer día de festival lleno de tropiezos, largas filas para ingresar al evento y poder recargar el brazalete con dinero para adquirir servicios al interior del Hell & Heaven, el segundo día se cargó de energía con un público adaptado a las bajas temperaturas y mucho más ganas de romper todo.
A las afueras, pequeños grupos de asistentes disfrutaban de cervezas sin tapujos ni vigilancia permanente por parte de la seguridad, para no adquirir dentro del festival una “fría” de 140 pesos, lo que permitió también que jóvenes y adultos ingresaran más ambientados a los distintos conciertos de los cinco escenarios.
En la entrada, las taquillas abiertas recibían cientos de asistentes que buscaban todavía adquirir un boleto para disfrutar de sus bandas favoritas, y aunque en el estacionamiento se veían menos autobuses, al interior se podía ver más gente en cada escenario.
A un costado del único escenario techado, el Trve Metal Stage, la Villa vikinga incluyó entre otras atracciones, exhibición de distintas especies de animales, tiro con arco, chicas realizando trenzas, y una banda nórdica ambientando con gaitas y otros instrumentos.
Los espacios para lavarse las manos, ya estaban habilitados, contrario al primer día de actividades, así como los sanitarios, que ya se podían utilizar con normalidad.
Los sitios de alimento ya tenían iluminación, y muchos más asistentes se acercaron a consumir lo que el festival puso a disposición.
“Mucho mejor que ayer, las filas ya no eran tan largas ni cuando entramos ni para compar en los Foodtrucks, mucho más atracciones, y la gente mucho más ambientada que ayer”, compartió en entrevista Dominic González, quien asistió en compañía de su novia.
Banderas de distintos países se levantaron en uno de los conciertos más intensos de la noche con la banda Behemoth, como protagonista.
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