El festival Hell and Heaven décima edición, al menos para los que asistieron, fue creciendo en cuanto a poder del metal y euforia, pero la alerta de pandemia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió hace unos días asustó hasta a los más oscuros de corazón.
En el Centro Pegaso, donde 100 mil personas tienen cabida, se albergó a 20 mil asistentes, cifra oficial, y sin ningún cuidado previo ante el Covid-19.
Fueron pocos los que lucían cubrebocas y los que se vendían con el logo del festival metalero estaban tan caros, 80 pesos, que la mayoría optó por no cubrirse y peligrar de contagio.
La falta de gel antibacterial, y también la falta de sanidad de manos, a pesar de los lavamanos que estaban fuera de los baños no importó cuando grupos como los brasileños Max & Iggor salieron al escenario. Nadie guardó la distancia requerida que mandó el gobierno mexicano como medida preventiva.
El Hell and Heaven tuvo que reajustar su line up del sábado y del domingo, tras la cancelación de bandas como Megadeth, King Diamond, Katatonia y Badblodd, entre otras.
Pero eso no importó, al menos los rockeros que se encontraban presentes respondieron, tranquilos, brincando o con el headbanging en todo momento.
Sin embargo, el inicio del festival fue desangelado, las primeras bandas como Point Decster o Zazael tuvieron que subir al escenario alternativo sin gente.
Fue hasta que Asesino apareció y bandas como Loudness y Deadly Apples, que la gente medio calentó, pese al frío y la amenaza de lluvia que en Toluca había.
Powerwolf, Static X y los vikingos de Amond Amarth elevaron la temperatura, pero de los más esperados como Phil Anselmo, quien tuvo que cancelar en el Knotfest porque se fue de briago, repuso se presentación, pero el sonido le ayudó y la exvoz de Pantera no lució como debería.
Al cierre de esta edición faltaban por tocar bandas como Deep Purple y ManoWar que por primera vez se presenta en México y que es de las más esperadas por los rockeros que son “inmunes al coronavirus Covid-19.