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Los Ángeles.— Arnold Schwarzenegger sigue cumpliendo su promesa de “I’ll be back!”, es decir, “¡Volveré!”, y lo hace de una manera particular: asegura que siempre está en movimiento.
Nadie lo duda. Con el debut del documental en tres partes Arnold (2023) en Netflix y el estreno de la serie Fubar (2023), se suma este verano la presentación del libro "ARNOLD", cuyas imágenes cubren más de cinco décadas de carrera, cimentándolo como un icono de la pantalla y del deporte, que, cual moderno Hércules, cargó el estrellato sobre sus hombros.
Pero no siempre el rayo del glamour cayó sobre el nacido en Thal, Styria, Austria en 1947. El mismo Arnold describe que su cuna estuvo rodeada de hombres que se sentían perdedores, tras la Segunda Guerra Mundial. Si hay una buena noticia para ese niño Schwarzenegger, es que muy temprano soñó e incluso se obsesionó con la idea de mudarse a Estados Unidos.
“Tuvimos problemas para alimentarnos. No había trabajo y mi madre mendigaba por comida. Me gustaba jugar fútbol y pensaba que si lo hacía bien podría emigrar a Estados Unidos”, compartió la estrella en la presentación de su libro, que se llevó a cabo en el teatro principal del Museo de la Academia de Cinematografía (Academy Museum of Motion Pictures).
“El problema es que cuando averigüé que los estadounidenses no eran aficionados al soccer, tuve que cambiar de táctica. A los 14 me inspiré en revistas que llegaban con las estrellas del fisicoculturismo como Reg Park, Steve Reeves y Johnny Weissmuller, con carrera incluso en Hollywood, y me dediqué al 100 a entrenarme para poder pedir mi Visa americana”.
La superestrella platicó de este y otros temas con Dian Hanson, editora de la casa editorial Taschen que lanza esta semana su libro biográfico con dos volúmenes de entrevistas extensas a lo largo de siete años con el actor, y centenas de fotografías, que incluyen las lentes de Andy Warhol, Richard Avedon y Annie Leibovitz.
En la plática, a la que EL UNIVERSAL tuvo acceso exclusivo, Schwarzenegger detalló los esfuerzos que lo llevaron a ser el más joven Mr. Universe en la historia de la competición fisicoculturista en Europa, con sus 20 años, ganando de 1967 a 1970, y recibiendo esa ansiada carta de Estados Unidos invitándolo a mudarse para seguir compitiendo contra la realeza del fisicoculturismo que tanto admiraba.
“Hubo un tiempo en que mi madre estaba preocupada por mí, pues mi recámara estaba tapizada con fotografías de hombres sólo vistiendo pantalones cortos. Me decía que todos mis amigos tenían imágenes de mujeres sensuales. Obviamente, tuve que explicarle que eran mis ídolos del deporte que yo practicaba”, compartió con su estilo de buen humor quien fue siete veces Mr. Olympia.
Mezcla de músculo y cerebro
La ironía sucedió cuando Schwarzenegger descubrió que para el país que lo cobijaba, el fisicoculturismo no era considerado algo importante, mucho menos relevante. Contrario a sus colegas que estaban enojados con la prensa por siempre hablar de ellos con clichés, Arnold cambió su perspectiva, tomó el micrófono y comenzó a dar entrevistas a quien lo solicitara.
“Fui el primer fisicoculturista que contrató a una publicista desde el primer día, me dediqué a hablar de las bondades y beneficios de mi deporte. Eso llevó a hacer el documental de Pumping iron (1977), que se hizo muy famoso. Luego, contrario a las críticas de ejecutivos de Hollywood que me dijeron que nadie me daría un papel por mi tamaño y acento austriaco hasta Woody Allen— fui reclutado para Conan: El Bárbaro (1982); luego llegó James Cameron y mi manera de hablar le fascinó porque parecía como la máquina que representaría en Terminator (1984)”, recordó el actor, que tiene en este Museo del Oscar la réplica de su rostro con el maquillaje de Stan Winston revelando el esqueleto de cyborg.
Así, el apellido Schwarzenegger, que Arnold defendió usar a pesar de lo complicado de su escritura y pronunciación, se volvió una marca y representación de adrenalina y testosterona en los 80 y 90, detonando la taquilla con películas como Comando (1985), El Vengador del Futuro (1990), entre otras más.
“Cameron es un genio, lo que pronosticó sobre la presencia de la inteligencia artificial hoy ya es una realidad. Recuerdo cuando me invitó a hacer T2 (Terminator 2: el juicio final, 1991) y me dijo que no mataría a ninguna persona en esta y que sería el héroe y no el villano, pensé entonces que era la idea más estúpida concebida y al final él tuvo la razón”, lanzó la carcajada.
Republicano contra Trump
Considerándose un californiano hasta el tuétano, Schwarzenegger entró a la política y fue gobernador de su estado de 2003 a 2011, consiguiendo el mote de “The Governator” por su actitud de republicano. La ironía volvió a su vida al estar casado con la descendiente de la familia demócrata Kennedy, Maria Shriver. La pareja se unió en 1986 y se divorció en 2021, tras un escándalo de infidelidad.
Con rumores de una secuela de su cinta Comando (1985) y su gusto por publicar videos en Internet para motivar el cuidado del planeta o atacar los avances del expresidente Donald Trump, Schwarzenegger sigue presente, incluso su imagen corpulenta es objeto de que entusiastas de la Inteligencia Artificial lo coloquen en escenas de musicales o tomando el lugar de Whitney Houston en TikTok.
El actor vive en California, rodeado de animales que le recuerdan a su poblado austriaco. Un burro y un pony miniatura entran y salen de la sala de su casa y son el delirio de sus nietos. A su lado, está su novia durante siete años, Heather Milligan.
“A lo largo de mi vida me he dado cuenta de que la energía para cumplir mis metas proviene de creerlas y visualizarlas frente todo el tiempo“, dijo el actor entre aplausos.