En 2021, cuando Natalia Beristáin dio el claquetazo final al rodaje de Ruido, película que aborda el tema de los desaparecidos en México, las cifras oficiales marcaban 90 mil personas no halladas en el país desde los años 60.
Ahora que la cinta llega a cines y streaming los números se han incrementado a 108 mil, es decir, 18 mil mujeres y hombres más con relación a hace dos años.
“Es un tema que duele mucho, algo que tengo desde hace muchos años en la cabeza, incluso antes de hacer Los adioses (su anterior filme de 2017) ya tenía el impulso de hacer algo así, pero no me sentía con las herramientas tanto como personales, como profesionales para hacerla”, dice Natalia a EL UNIVERSAL.
“Fui recabando información, conocía a gente, entrevistaba, archivaba y finalmente me di cuenta que el tema en mi corazón no se iba a ningún lado, del país menos, y que las estadísticas crecen, la virulencia es cada vez más inexplicable”, comenta.
Las cifras respaldan a la directora. El número de personas desaparecidas en un año podría llenar dos veces el Auditorio Nacional, uno de los principales espacios artísticos del país; poco más de un Palacio de los Deportes o la quinta parte de la capacidad del Estadio Azteca.
Ruido llegará a cines alternativos como Cinemanía, Cine Tonalá y La Casa del Cine en CDMX, a partir de mañana, al igual que en cinetecas de Guadalajara y San Luis Potosí; en la Cineteca Nacional se programará a partir del viernes para después alojarse en Netflix este 11 de enero.
Fue hace cuatro años que Beristáin comenzó a escribir la historia de una madre que pierde a su hija, pensando desde el principio en Julieta Egurrola (Profundo carmesí y En el país de no pasa nada), su mamá en la vida real, como protagónica.
Pronto se dio cuenta de que para interpretar a las buscadoras, como se les conoce a las mujeres que se organizan para hacer excavaciones buscando rastros de sus familiares, no podía utilizar actrices. Fue entonces que realizó entrevistas con Colectivos, madres que buscan a sus familiares y quisieran participar.
Beristáin entendió que no era fácil poner su voz, cara e historia (en pantalla) al no tratarse de un documental ni de la historia de esas personas, sino ficción.
“Fue ahí un encontronazo brutal, pero a la vez luminoso. Cuando me invitaron al campo para conocerlas, más allá del Zoom, y decirles por qué me interesaba el tema, lo hice para una búsqueda (de desaparecidos) y vi cosas que se quedaron en la película”, indica Beristáin.
“Para ellas termina el día de búsqueda, donde incluso con sus propias manos remueven la tierra, y entonces sale la comida, empiezan a compartir, se escucha una risa, por allá alguien muestra un video, otra más pone música y otra llorando habla con alguna autoridad, pero hay una cosa como de comunión, de hermandad, de soltar”, detalla.
Egurrola, recuerda que hace una década tuvo contacto con madres de desaparecidos; las acompañó junto con otros actores al ministerio público: “hay un dolor espantoso de la incertidumbre de no saber dónde está ese ser querido. Aquí no se ha tomado un caso real, pero a la vez son todos.
“Al momento que estábamos filmando no trascendía que Natalia y yo fuéramos madre e hija, más bien eso vino después, en el set ella me decía cómo lo quería. No es un guión amarillista o tremendista, así que había que contener (las emociones)”, narra.
Precisamente el tema emocional hacía que Teresa Ruiz (Narcos: México y Viaje redondo), quien interpreta a una periodista, llegara a vomitar por las noches en su habitación.
A la directora, le interesaba la cotidianidad, pues debía ser en estilo documental.
NATALIA BERISTÁIN
Directora
“Me di cuenta que el tema en mi corazón no se iba, del país menos, y que las estadísticas crecen”
“(Los Colectivos) Me enseñaron cómo se acompaña, cómo se colocan geográficamente entre ellas. Quién nos prepara para estas situaciones, quién nos prepara si nos levantan en una carretera, si levantan a un familiar”.
Ruido cuenta con los beneficios del Eficine, que permite a personas morales destinar el 10% de su ISR a la hechura de películas. Netflix participó cuando el dinero no alcanzaba. Al rodarse durante la pandemia, el presupuesto por protocolos Covid-19 incrementó un 30%.
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