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En 1974, había una jovencita de 19 años que estudiaba sociología pero que para el mundo ocultaba un tesoro: su voz.
Ella estaba consciente del talento vocal que poseía; sin embargo, ninguna compañía discográfica se atrevía a darle esa crucial primera oportunidad, le pedían una cosa: cambiar completamente de personalidad musical; algo que nunca fue negociable para ella.
“Me dijeron que sí me grababan pero tenía que cambiar mi estilo. Yo nunca cedía, me mantuve en lo que a mí me gustaba. Fue una época de lucha muy dura y difícil, me hizo una mujer fuerte, fueron 10 años de estar tocando puertas. Querían que hiciera música comercial. Y yo cantaba mi trova cubana, mis canciones mexicanas, mis boleros”, comparte a EL UNIVERSAL.
El tiempo le dio la razón, este otoño cumple 50 años de trayectoria. Lo hace siendo un ícono la de música mexicana, abuela y, derivado de su pasado como socióloga, crítica social...
¿Sentías frustración o enojo de que no te quisieran grabar?
Enojo no. Sentía tristeza. Yo era muy jovencita y sí me dolía que no te escucharan. Tenía unos 19 años.
¿Y ahora llegas a los 50 años de trayectoria?
Sí, este otoño, y es una gran alegría porque, como dicen: “lo difícil no es llegar, es mantenerte”. Para mí ha sido una cosa increíble mantenerme tanto tiempo en el gusto del público; me da mucha alegría.
Como defensora de la música, ¿te gusta lo actual?
Somos producto de lo que vamos viviendo. Siempre ha habido cambios musicales, quizás ahora más que nunca por la inmediatez del internet. Pero creo esto firmemente: el tiempo es el gran colador. El tiempo es el que te dice lo que se queda y lo que se va. Los fenómenos musicales podrían llegar a ser como una llamarada de petardos, es decir, son fugaces.
¿Y los corridos tumbados?
No los escucho, no soy una gran conocedora, pero ahí están. La música es para todos los gustos, para toda la gente, para que cada quien elija lo que le gusta. Pero a mí, en lo personal, me gusta la música que deje un buen mensaje.
¿Qué legado te gustaría dejar?
Que me recuerden como una cantante de las buenas razones porque he tratado de cantar toda mi vida a las buenas razones del ser humano, a la lucha, al amor, a las cosas buenas del ser humano. Lleva carrera con gran dignidad.
¿Te consideras feminista?
Sí porque soy mujer y porque veo que está en desigualdad la mujer en circunstancias comparadas con la sociedad del hombre. En una sociedad patriarcal, me parece que hay que pelear todavía muchísimo para lograr la igualdad en muchos ámbitos para la mujer.
¿Le temes a algo?
Le tengo miedo a estar quieta, a no seguir creando musicalmente. Necesito crear, volcarme en mis canciones y en mis proyectos. Estar pasivo, creo, es una pequeña muerte.
¿Y te arrepientes de algo?
Hombre, sí, siempre hay una cosita de la que te puedes arrepentir, pero de lo fundamental no. Todos cometemos errores, pero lo bonito es poder decir “las asumo y sigo adelante”.
¿Qué significó Ricardo Rocha en tu vida (exesposo, fallecido en junio)?
Que en paz descanse, fue un gran periodista… (Guadalupe prefiere reservarse ese tema al ser personal).
¿Es difícil separar esa parte privada y pública?
No cuando no abres la puerta, y no permites que nadie se meta en tu vida privada. Yo la defiendo mucho para estar más en paz porque, además, prefiero que me pregunten sobre lo que estoy haciendo en mi vida profesional, ya que es lo que quiero que la gente conozca. De la puerta de mi casa para adentro, solo yo sé lo que vivo y lo que paso, pero también te puedo decir que soy una mujer feliz y plena.
Pero puedes decirnos cómo eres de abuela...
La cereza del pastel de la vida. En este momento soy la más dichosa, la más feliz. Les canto y se me quedan dormiditos. Cuando se me quedan en casa les cuento un cuento y me dicen: “No nos lo leas, invéntalo tú” porque soy buena inventando cuentos. Me hacen el día.
¿Qué opinas de que, a los niños, en lugar de darles libros, muchos les dan tabletas para entretenerse?
Fatal. Es algo que mi hija Mariana, con mucho criterio, ha hecho muy bien. No les suelta el celular o el iPad porque ves a niños de meses con una tableta ya. Eso se me hace fatal.
¿Finalmente, qué aprendiste de la pandemia?
A mí me pegó el Covid por eso estoy delgada, salí afortunadamente, no me pegó fuerte, pero se me fue al estómago; ya cuando coma mis chocolates, mi espagueti y mis tortas que me encantan subiré de peso. Y pues aprendí a vivir la vida porque hoy estamos aquí, pero mañana no sabemos, por eso en el concierto (ayer en el Teatro Esperanza Iris) me quise arriesgar con temas que nunca he grabado.