En un futuro no muy lejano las personas pueden tener la certeza de que su pareja los ama recurriendo a un método sencillo: someterse a un test en el que les arrancan una uña para ponerla en una máquina de Inteligencia Artificial (IA).
Si realmente hay amor, la pareja obtendrá 100% como resultado, pero si sólo uno ama, tendrán 50 o en descenso. Esa es la premisa de "Fingernails", la nueva cinta del director estadounidense Christos Nikou quien, influenciado por la digitalización y el alcance de la tecnología actual, creó una ciencia ficción llena de romance.
“Estaba tratando de entender qué es el amor y por qué es más difícil en la era digital, aún cuando las personas sólo están usando sus dedos y uñas, para cambiar hacia la derecha o hacia la izquierda y encontrar el amor”, explica Nikou en entrevista con medios.
La película sigue a Anna y Ryan, una pareja que ha encontrado el amor verdadero y lo ha confirmado gracias a una polémica e innovadora tecnología. Sólo hay un problema: Anna no está convencida y las cosas se complican cuando consigue un puesto en un instituto del amor y conoce a Amir.
“Traté de encontrar algo que igualara el dolor físico con el del amor y pensé que los teléfonos celulares son la extensión de nuestros dedos y los estamos usando para encontrar el amor, entonces, las uñas son la única parte de nuestros dedos que protege un poco algo dentro de nuestro interior, por eso cuando se te cae una uña, te sientes vulnerable como enamorado”.
Con Jessie Buckley (Anna), Jeremy Allen White (Ryan) y Riz Ahmed (Amir) como protagonistas, esta película que acaba de estrenar en Apple TV+ pretende reflexionar sobre el peligro del uso de la tecnología en la cotidianidad y su cercanía actual.
“Quizá ya estamos viviendo algo similar y no lo sabemos. No soy un gran admirador de la IA, nunca le he pedido a Siri que me dé una respuesta. La IA es algo que me asusta, pero hay gente a la que no... ahora mismo veo gente que dice que escribirán guiones a través de IA. Estamos conectando nuestras vidas con algo que no es humano, que no existe”, señala Christos.