Nueva York.— El presidente Donald Trump es a la vez una bendición y una maldición para Alec Baldwin. El actor estadounidense fue un fuerte crítico del magnate inmobiliario durante la campaña y también lo ha sido desde que asumió el cargo.

A su vez, la candidatura de Trump le permitió a Baldwin volver al centro de atención por la imitación que hizo del mandatario en Saturday night live. O, como escribió el propio presidente en su cuenta de Twitter, la “agonizante mediocre carrera” de Baldwin se salvó por su interpretación.

Trump consideró que la actuación era “horrible” y un “suplicio para los espectadores” (después de que Baldwin dijera antes que para él se había vuelto un suplicio interpretar a Trump).

Pero millones de espectadores y los expertos del Emmy, que premiaron a Baldwin el año pasado, tiene una perspectiva diferente. El éxito de la parodia del actor, quien mañana cumple 60 años, lo convirtió entre tanto en el consentido de la élite liberal.

Saturday night live es visto por más personas que cualquier película que haya filmado”, dijo Baldwin recientemente en una entrevista en la Academia de Música de Brooklyn.

Según contó, en un principio no quiso asumir ese papel. “No me entusiasmaba, fue la oferta más graciosa que recibí”, relató. Pero ante la falta de dinero para otro proyecto que tenía finalmente se decidió por la parodia de Trump.

Para entonces, Baldwin había sido protagonista de varias noticias negativas. Uno de los incidentes que más lo afectaron fue en 2007, cuando en el marco de una dura disputa por el divorcio y la custodia de su hija Ireland con Kim Basinger le dejó un mensaje de voz a la niña de 11 años en el que le decía que era una “pequeña cerda odiosa y descerebrada”.

La grabación se hizo pública y el actor fue duramente cuestionado por todos lados. El punto más bajo de la carrera de Baldwin, tanto en su profesión como en su vida privada.

Más de 10 años después, a Baldwin aún lo perturba el escándalo, aunque con cierta distancia. “Warren Beaty me llamó en ese entonces y me dijo: ‘Si hubiera grabaciones de cómo hablaba a veces con mis hijos ahora estaría en prisión’”, contó.

La relación con su hija Ireland (hoy de 22 años), que trabaja como modelo y tiene amigos famosos como Justin Bieber, Gigi Hadid o las hermanas Kardashian, se arregló hace mucho tiempo.

Baldwin tuvo su compensación y logró un notable retorno. A mediados de los años 2000 destacaba en los titulares por su separación, por varios fracasos cinematográficos y recibía pocas ofertas de trabajo.

Hoy en día vuelve a estar arriba, tras un celebrado protagónico en la exitosa serie 30 Rock (2006-2012), varios trabajos en cine, televisión o en doblajes y el elogiado podcast de entrevistas Here’s the thing. Además hace poco publicó su autobiografía Nevertheless.

El actor tuvo un origen sencillo. Su padre era maestro, su madre ama de casa y la pareja tuvo seis hijos. Los tres más chicos fueron actores. Tras terminar sus estudios en Nueva York, Baldwin logró destacar con su papel en The hunt for red october, de 1990.

“En ese entonces me daba más miedo el éxito que el fracaso, a eso estaba acostumbrado”, declaró.

Durante años, el actor tuvo que luchar contra su adicción al alcohol y las drogas. Aún hoy en día puede acordarse del día en que tomó alcohol por última vez: el 23 de febrero de 1985.

Según dijo, durante mucho tiempo fue “infeliz”. Pero las cosas cambiaron para él, tanto desde lo laboral como lo personal. En 2012 se casó con la instructora de yoga Hilaria Thomas, con quien tuvo tres hijos en cuatro años.

“En casa tenemos nuestro propio Cirque du Soleil”.

Y los fans también volvieron a estar de su lado. “Desde que hago la sátira de Trump me pasa muchas veces que me cruzo con gente en Nueva York que se me acerca y sólo me dice ‘gracias’”, relata. “Cuando iba por ahí con mi hija, ella se les plantaba y les decía ‘no me gustas’. Es tan neoyorquina”.

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