subió al escenario y se acerca envalentonado a : a paso firme como quien camna por su casa. Y todos se preguntaron: “¿Qué va a hacer?”

La mayoría de quienes estabamos en el , EL UNIVERSAL fue uno de los invitados selectos para estar dentro de la ceremonia, nos mateníamos en silencio, a la expectativa de lo que creíamos es una nueva broma que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas había dispuesto con ambos comediantes para amenizar la ceremonia de este año.

Luego Smith golpeó a Rock, como en un montaje de teatro del absurdo y el lugar se dividó en dos bandos.

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Estaban los que expresaban su sorpresa por lo que acababan de ver (“ohhh”) y los otros, que se carcajeaban como si hubiese sido una buena broma (“jajaja”). Luego no importó a qué lado se pertenecía, todos miraron al de junto para preguntarle: ¿Se trata de una mala broma o algo que se está saliendo de control?

En los televisores, en primer plano, desde sus casas, millones de espectadores se hacían ya una idea de lo que estaba pasando, dudaban como todos, pero en el Dolby era aún más difícil pensar que eso era una afronta real, los asistentes llevabamos más de dos horas y media viendo un espectáculo finamente planeado, perfectamente coreografiado, con un guión llevado a la perfección en la que ellos son parte del montaje.

La Academia del Oscar no improvisa nada, y eso se sabía desde días antes. Los filtros para la llegada a la ceremonia del Oscar habían sido muy estrictos para los invitados, incluyeron al menos dos pruebas covid de PCR, el certificado de vacunación (y refuerzo), y subir todo eso en una plataforma. Incluso una de las pruebas tenía que ser tomada un día antes, por lo que muchos optaron por un test molecular aprobado por la FDA que tiene una precisión similar al PCR, pero cuyos resultados se dan en media hora.

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A tal control, se le sumó el cierre de las calles aledañas al Dolby que hubo que sortear, con diferentes filtros policiales, seguidos de algunos otros de los cientos de miembros del staff que corroboraban que el ticket electrónico había sido liberado una vez que se pasaron todas las pruebas sanitarias y de identidad.

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Por eso cuando Smith golpeó a Rock, los asistentes sentían que casi todo era una puesta en escena. La ceremonia llevaba más de dos horas, una de ellas fuera del aire, y habían visto cómo los presentadores leían sus teleprompter ubicados en varios lugares frente al escenario y los camarógrafos sabían perfectamente cada coreografía para transmisión.

A los invitados se nos había dado instrucciones desde la llegada sobre cuánto faltaba para iniciar el show. Una especie de floor manager omnipotente solía dar las indicaciones: “Entramos en vivo en 1 minuto... 30 segundos”. También es quien nos pedía aplausos cuando la transmisión se renovaba o que otros se sentaran para no entorpecer el montaje.

Ya era común para todos ver esta coreografía casi perfecta: mientras un presentador anunciaba una nominación, varios camarógrafos tomaban el lugar de los candidatos y un grupo especial se aproximaba directo al ganador. Al tiempo que se preparaba otro número, con otro actor apoyado por el staff que llevaba lámparas y lo ubicaba en su posición, esperando el siguiente bloque.

Nada parecía improvisado, no en una transmisión tan importante. Por eso la gente dudaba: “¿Esa bofetada era broma o no?”

Hace dos años, cuando la Academia invitó a EL UNIVERSAL a su último show pre pandémico, estuvimos también en los ensayos un día anterior, cuando llegaron ahí actores como Gal Gadot y Mark Ruffalo. Todos hacían un entrenamiento por horarios sobre lo que dirían al otro día, no se conocía al ganador, pero un grupo de jóvenes del staff solía bromear al recibir todos los premios.

Todo el ambiente era relajado, Gadot y compañía leían sus diálogos, hacían las bromas y la voz femenina que suele escucharse entre cada nominación, que es grabada, describía las categorías. Era ensayar y ensayar para que todo saliera bien. "Siempre hay un margen para la improvisación", se nos dijo.

Esa planeación se intuye bien ya estando en el Dolby, así que todavía había muchos que se reían cuando Smith regresó a su asiento y escucharon a Rock decir: “Esa fue la mejor noche en la historia de la televisión”.

Luego Will respondió, sin micrófono: “¡Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu **** boca!”.

Y todos, ahora sí, callaron. “¿Es real?”.

El ambiente se enturbió el resto de la ceremonia, en la mente de algunos no hubo siguiente presentación, a Mejor Documental. La mayoría esperaba la pausa para poder salir al lobby o encender sus celulares. “Está en Twitter, fue real”, dijo uno de los invitados próximos.

Muchos recibían mensajes de sus familiares para saber si estaban frente a un montaje, pero las dudas en el Dolby eran mayores. Tuvo que llegar la aclaración de la Academia en un tuit, en la que dijo estar en contra de todo tipo de violencia, para que el tema se tomara como algo verdaderamente serio.

La ceremonia no volvió a ser la misma, las bromas de las presentadoras Amy Schumer, Regina Hall y Wanda Sykes fueron tomadas de mala gana, incluyendo la de que Amy hizo a Kirsten Dunst, esa sí como parte de un guión, en el que ambos parecían estar de acuerdo, en especial por la coreografía de todos los involucrados, que incluyó un diálogo de Jesse Plemons, pareja de Dunst: “¿Sabes que esa era mi esposa, Amy?”.

En la fiesta del Governors Ball, a la que no acudió Smith, poco se habló del tema, mientras la organización seguía impoluta, finalmente algunos reconocían que esa noche habían presenciado algo sui generis frente ahí frente a sus ojos... y no lo vieron.

mafa

 

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