Mauricio Garcés conservó la galanura hasta su muerte, aunque su seductora voz ya no se escuchaba como en sus tiempos de gloria, ni su mirada era como aquella que estremeció a las mujeres más bellas del cine mexicano, el galán otoñal predilecto, terminó sus días como uno de los solteros más codiciados de México.
El 27 de febrero de 1989, el actor Mauricio Garcés fue encontrado muerto en la recámara de su departamento ubicado en la Ciudad de México. EL UNIVERSAL reportó que un infarto había terminado con su vida ya muy deteriorada debido al enfisema pulmonar que padecía.
En su casa, todo quedó como él lo dejó: su bata, un libro y algunos periódicos.
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Un collage de cuatro fotografías con el rostro de Garcés, ilustró la lamentable noticia publicada en este diario el 28 de febrero. “Autopsia: Enfisema pulmonar y paro cardíaco; la única verdad: ¡la muerte se enamoró de él!”, se lee en el encabezado de la lamentable noticia, que remata con una despedida: “Siempre lo recordaremos como el galán de la suprema gracia”.
En las imágenes que retratan cuatro etapas diferentes de su vida, aparece el rostro de Mauricio Garcés revelando verdades que marcaron su existencia: “¿Parecido a Clark Gable?”, “Un fumador empedernido”, “El galán irresistible” y “Cabello cano. Ya sin voz”.
Dos años antes de fallecer, Mauricio Férez Yázbek , el verdadero nombre de Mauricio Garcés, tuvo la oportunidad de despedirse de muchos de sus amigos en una fiesta muy especial en la que reconocieron su talento actoral.
La fiesta de la despedida
El 26 de septiembre de 1986, Lucha Villa y Marco Antonio Muñíz encabezaron una reunión en la que el festejado de la velada fue Mauricio Garcés. Este diario reportó en sus páginas que en el Salón Camino Real se dieron cita amigos del histrión para consentirlo con palabras bonitas y con música.
Figuras como Fernando Casanova, Sergio Corona, Chucho Salinas, Raúl Astor, Irma Lozano, Alfonso Zayas, los René Cardona padre e hijo, Marga López, Lorena Velázquez, Silvia Pinal, Rafael Baledón, Javier López “Chabelo”, Arianne Walter, Lilia Michel, María Elena Marqués, Claudia Islas, Rossy Esquivel, Rafael Sánchez Navarro, Manuel “El Loco” Valdés e Ignacio López Tarso se dieron cita para aplaudir los divertidos momentos que Garcés había regalado a lo largo de casi 50 películas.
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Después de la fiesta, Mauricio derramó unas lágrimas, porque las emociones fueron muchas para una sola noche, noche en la que Lucha Villa cantó en compañía del mariachi Vargas; varios telegramas, dirigidos a Garcés, llegaron y fueron leídos cómicamente por Manuel “El loco” Valdés, y la medalla Virginia Fábregas le fue entregada al célebre seductor.
Aquella noche, Mauricio Garcés, viendo la presea especial de la ANDA, otorgada por López Tarso, expresó:
“Primero que nada quiero expresar cómo me da envidia ver esta medalla , pues (Antonio) Badú lleva cinco… es difícil organizar las palabras, para decir cosas coherentes y expresar lo que en este momento siento. Esta noche están reunidas las personas que me estiman, gente que ha tenido que ver en mi vida, veo productores, directores, amigos personales, pobres y ricachones, todo esto se agolpa y produce un impacto diferente. Esto que han hecho es una inyección de vida, mi corazón empieza nuevamente a trabajar, a latir”.
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Con un impecable traje que combinó con una seductora sonrisa, Garcés agradeció el respiro de vida que le obsequiaron esa noche en la que sus amigos corrieron con todos los gastos; los invitados lo hicieron sentir que no estaba solo.
“Creo que como hijo lo hice bien, como hermano también fui bueno, como actor no lo sé, pero como amigo creo que lo he hecho bien, pues esta noche he sentido mucho afecto. Con amigos como ustedes con un ojo me basta para verlos. Muchas gracias”.
Un galán que sobrevivió al acoso de las mujeres
Mauricio Garcés declaró que en muchas ocasiones, dentro y fuera de la pantalla, encarnó a un galán que sobrevivió al acoso femenino. “¡Las traigo muertas!”, era una de sus recurrentes frases cuando una mujer estaba dispuesta a todo para estar con él.
Eso sí, él podía ser extremadamente cariñoso y espléndido, pero nunca coquetear con el matrimonio: “Si no lo hice antes, ahora menos: ¡soltero hasta la muerte!”, solía decir convencido.
A Garcés lo recuerdan como un hombre simpático, cantor de “¡Arrozzzzzzz!”, un caballero de traje y carácter, bohemio, jugador y desenfadado. Nació en Tampico Tamaulipas el 16 de diciembre de 1926, desde muy joven incursionó en el medio cinematográfico, no sin antes pasar por las legendarias XEW y XEQ para las que realizó alrededor de 60 programas radiofónicos.
Entre sus primeras películas están: “La muerte enamorada”, “El señor gobernador”, “Cuando tú me quieras” y “Por querer a una mujer”. Los que escribieron en EL UNIVERSAL sobre la partida de Mauricio Garcés, reconocieron que gracias a él el cine mexicano inventó la comedia de muchas mujeres y chistes que él tenía para dar y prestar en sus personajes de fotógrafo o modisto de señoras.
Se le recuerda en cintas como “Don Juan 67”, la primera de una serie de comedias en las que interpretó a su alter ego Mauricio Galán; participó en otras como “El matrimonio es como el demonio”, “Click, fotógrafo de modelos”, “El criado malcriado”, “Departamento de soltero”, “Fray Don Juan”, y “Modisto de señoras”.
Además de engalanar el cine, Garcés también participó en programas televisivos, como en “La hora de Mauricio Garcés”, así como en teatro, donde estelarizó la obra “No me manden flores”, todo un éxito de la época.
El cigarro, su enemigo mortal
En diciembre de 1988, dos meses antes de morir, Mauricio Garcés pasó una temporada en Cuernavaca para recuperarse de una cirugía ocular, sin embargo, estaba un poco desanimado porque pensó que pronto podría regresar a trabajar, pero no fue así, continuaba el delicado estado de su ojo izquierdo.
“Ya pasó un tiempo considerable después de la intervención quirúrgica y las molestias no desaparecen por completo”, comentó en entrevista, y confesó con humor, que además del ojo, también sentía molestias en la garganta.
En los últimos años de su vida únicamente realizó algunas presentaciones esporádicas en programas de televisión como “Salón de belleza”; el derroche y su afición por el juego y las apuestas lo dejaron en la ruina.
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El enfisema pulmonar que padecía, ya en una ocasión anterior a su fallecimiento, lo había puesto al borde de la muerte.
Cuando fue hallado sin vida, de inmediato se dio aviso a la Asociación Nacional de Actores (ANDA), quienes organizaron el último adiós del actor en la Agencia Gayosso de Félix Cuevas, y posteriormente la llegada de sus restos al Panteón Francés, donde descansa junto a su madre.
A pesar de que a Mauricio Garcés siempre le persiguió la fama de “Don Juan”, en la vida real era reservado y hasta tímido, nunca se casó y para muchos fue de los primeros actores metrosexuales , pues siempre le puso especial cuidado a su arreglo personal.
“No me odies por ser galán, ódiame porque nunca se me quitará”, decía.
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