Farándula

La pesadilla, 32 años después

Actores, productores y cineastas relatan las dos experiencias vividas: los sismos de 1985 y 2017; la comunicación fue muy distinta, pero la solidaridad, la misma, coinciden

Silvia Mariscal, Juan Osorio, Pablo Guisa, Paty Reyes Espíndola (ARCHIVO. EL UNIVERSAL)
24/09/2017 |23:05
Redacción
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“¡Se cayó Televicentro!” fue lo primero que escuchó Silvia Mariscal esa mañana al levantar al teléfono.

Acababa de sentir uno de los temblores más fuertes desde aquel que vivió en 1957 cuando era niña y que tumbó El Ángel, o aquel del 79 llamado terremoto de la Ibero porque derrumbó esta escuela; pero al escuchar esas palabras fue como un cubetazo de agua fría. Esa mañana estaba en casa alistándose porque a las 8:00 horas tenía que presentarse en Televicentro para hacer la telenovela en vivo Aprendiendo a vivir. Quien le llamó fue la actriz Luz María Aguilar. Cuando puso la radio escuchó la narración de Jacobo Zabludovsky y dimensionó los daños. Nunca olvidará la falta de respuesta que tuvo el entonces presidente Miguel de la Madrid, quien no dijo nada hasta dos días después del gran terremoto, ninguna reacción para su ciudad.

Tampoco olvidará que una semana después, en una brigada de actores por el Centro, le dieron un cubrebocas al que tenían que bañar con un líquido por el olor de las personas aún bajo los escombros. En su trabajo, Azcárraga Milmo, entonces presidente de Televisa, ordenó ver las condiciones en las que estaban sus empleados y ordenó seguirles pagando a todos los que estarían meses sin empleo. “Eso es algo que se me quedó en el alma para siempre”. Vio cuadras enteras en la Roma destruidas. La colonia condesa, donde vivía, fue golpeada como ahora.

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Estaba grabando la telenovela La gloria y el infierno en la hacienda La Gavia, cerca de Valle de Bravo, cuando sintió el temblor de 1985. De inmediato tomaron rumbo a la ciudad de México y vieron casas destruidas y postes caídos en la carretera. “Nos llamaron a las instalaciones de Televisa San Ángel para tener un centro operativo acá, me acuerdo haber llegado y a las 72 horas me di cuenta que no me había bañado ni nada, cubrí un poco a la dirección de cámaras, luego había que hacer sándwiches y luego ir al centro de acopio en el Azteca”.

Pero esa misma noche, lo que más lo espantó fue la fuerte réplica. Ahora preparaba una conferencia de prensa sobre un concierto que dará con el elenco de su telenovela Mi marido tiene familia, en donde lo recaudado en víveres irá a los damnificados de Oaxaca cuando volvió a temblar.

“En este temblor lo que vi es una cultura de conciencia y responsabilidad, gracias a eso se evitaron muchas muertes, gracias a eso la gente reaccionó pero puedo decir que ya conscientes haces tu propio blindaje, te resguardas; otra de las cosas por las que me impresioné es ver que otros países valoraron la fuerza de la unidad de los mexicanos, que luchan y no se ponen a llorar y no están esperando a que todo lo resuelva el gobierno”.

El director de Mórbido, Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror, acompañaba a su papá a repartir agua entre los vecinos de Tepito que, en 1985, fueron afectados por el sismo y a quienes las autoridades no hacía caso.Adolescente en ese entonces, recuerda esos días en la capital con olor a gas, incendio y muerte.

Hoy a echado mano de lo que tiene en bodega del certamen, como lonas de plástico y playeras, para enviarlos a centros de acopio. “Sirven para que los voluntarios se protejan de la lluvia, para que tengan ropa seca, para lo que haga falta, también hacemos lunchecitos, ayudamos en lo que se pueda desde nuestra trinchera. “La experiencia del 85 sirvió para coordinar, en ese entonces no podía hacer mucho, ahora es otra cosa”.

Actriz de telenovelas como El premio mayor, Madres egoístas y Amores con trampa era vedette cuando ocurrió el terremoto de 1985. Salía a las cuatro de la mañana de trabajar y por ello, cuando sintió el terremoto a las 7:19 de la mañana, le costó levantarse. Bajó corriendo a ver a su abuela que tenía miedo de los temblores y luego del susto volvieron a dormir. Cuando le llamaron sus amigos y familiares supo de la catástrofe. Recuerda que uno de sus hijos fue a ayudar porque vio una ciudad que parecía bombardeada.

El martes 19 de septiembre, pero 32 años después, sintió de nuevo un gran temblor mientras trabajaba en la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) —donde forma parte del Comité de vigilancia— pero conservó la calma pese a que alguien la empujó. El ambiente que sentí en el 85 fue el mismo de hoy, una decisión de todo el mundo de no esperar a que alguien dijera qué hacer, levantarse las mangas y subirse los hombros para sacar a la gente con la esperanza de que se siguiera viva. ”El pasado me atacó ayer en la tarde cuando empecé a ver las noticias y los rescates y el tiempo de espera, no me imaginé vivir 32 años después la misma pesadilla”.

La actriz, directora de escena y maestra estaba montando una obra con su colega Otto Sirgo cuando sintió el temblor. A diferencia de hace 32 años que estaba sola en su casa en avenida Tamaulipas y la responsabilidad era sólo por su vida, esta vez estaba con sus alumnos de la escuela que dirige en la colonia Juárez, así que, cuenta, sintió mucho mayor responsabilidad y dejó que ellos salieran primero.

En aquellos años se unió a una brigada con la que sacó piedras y escombros, pero ahora que no puede hacerlo, contribuye en lo que puede, llevando chocolate y algunas cosas a la gente que está trabajando. Pero indiferente, asegura, es imposible quedarse.

“Estaba yo grabando una telenovela en Televisa en aquel tiempo que se llamaba Esperándote —con Elizabeth Dupeyrón y Diana Bracho—, y el señor Eugenio Cobo”, recuerda de aquella mañana. Esta vez también estaba trabajando.

Para la actriz de filmes como Mujeres insumisas y La reina de la noche, la reacción de la gente ha sido la misma 32 años después: la solidaridad ante la emergencia.

“Todos salimos a ayudar, no creo que en este temblor se haya salido a ayudar más que en aquel entonces, se ayudó igual, todos salimos, cada quien sale a hacer lo que puede, yo hoy no puedo estar cargando piedras”, considera la maestra de 64 años.

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