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"Más bien, lo que opino es que la muerte va a venir cuando tenga que venir. Esté enfermo o no esté enfermo. Eso lo entendí con mis compañeros que estaban en terapia intensiva. Uno había tenido un accidente de coche, otro estaba ahí por exceso de ejercicio… La mía sólo es una de las tantas posibilidades", platica Fernando del Solar del otro lado de la línea telefónica.
Hoy el conductor cuenta la travesía que ha significado para él vivir por más de mil 300 días con Linfoma de Hodgkin tipo esclerosis nodular, fase cuatro (un tipo de cáncer del pulmón). Dice que a raíz de su enfermedad comenzó a cuestionarse una serie de cosas, entre ellas, la vida y la muerte. “He crecido con mucho miedo a la muerte y cuando estuve cerca me empecé a replantear: ¿y si todo lo que creo no es verdad? ¿Y si no hay vida después de la muerte? ¿Y si no me esperan los ángeles? ¿Y si el cielo es aburrido? Comencé a convivir con eso de la muerte, a tomarlo como una variable posible”.
El proceso de pérdida al que se enfrentó no fue sólo de salud, también de trabajo y matrimonio. Eso derivó en negación, depresión, coraje y soledad. “Te enfrentas a tus demonios en las noches, a tus dolores, a tus frustraciones, a tu ‘me hubiese encantado’ o ‘cómo me gustaría estar bien’.
En ese momento, lo que te salva, dice, es la fe. “Tiene que ver con que estás solo, no puedes dormir. Volteas y todos están dormidos, no sabes si sigues respirando, si el dolor parará en algún momento y agarras una Biblia, un santito, agarras tu cruz, los tomas fuerte en la mano y dices ‘ayúdame’, a eso que está ahí, a eso que no podemos explicar”.
Fernando reconoce que ya agotó todos los protocolos médicos que existen para su tipo de cáncer, pero clínicamente aún no está curado. Eso incluye 43 quimioterapias que se han vuelto parte de una rutina de martes, martes, descanso. La última quimio la recibió la semana pasada, justo un día antes de esta entrevista, por lo que decidió que fuera vía telefónica. “Si no, no voy a salir guapo en las fotos”, bromea y platica detalles de su caso, que consistió en aplicar el mismo tratamiento a tres personas.
“La ciencia no se explica cómo de tres personas con el mismo grado de enfermedad, con la misma edad, con el mismo todo, y que llevamos el mismo tratamiento, uno se salvó, uno se murió, y otro nomás no se cura (yo)”.
Para complementar su tratamiento y por sus deseos de vivir y ver a sus hijos crecer ha probado terapias alternativas, pero justo una de las medicinas más efectivas ha sido el amor de Luciano y Paolo. Ellos saben desde hace tiempo que su papá va al hospital por kriptonita (quimio) para estar bien y que cuando regresa está cansado y por eso no puede jugar bien pero sí puede ver una película, por ejemplo.
“Un día que me sentía mal, realmente mal, estaba acostado hecho bolita en la cama y llegaron los enanos (que tenían dos y cinco años) y me cucharearon, nada más. Llegaron y me cucharearon como diciendo ‘papi, aquí estoy contigo’. Lo entendieron increíble”.
Hace dos años y medio, la conductora Inés Gómez Mont le presentó al sanador René Mey. Luego de platicar con él de todo, le pidió que lo sanara. Pero René le dijo que todavía no, sin decirle por qué. “Hoy lo entiendo, si yo me hubiese sanado no hubiese pasado por el proceso de aprendizaje que tuve; y es probable que mi enfermedad hubiese regresado 10 veces peor. Se lo agradezco porque hoy estoy aprendiendo y creo que de eso se trata la vida. No te llevas nada, más que aprender. El campo de batalla es aquí”.
Ha recibido ofertas para volver a la tv en Cadena Tres, Televisa y TV Azteca, pero no tiene prisa porque primero está su salud y lo que su corazón le dicte.
Reafirma que clínicamente no está curado pero sentencia: “Ahí voy, bien, estoy vivo, respiro, veo a mis hijos, camino. Lo demás, es lo de menos”.