Farándula

Escamilla fue a Japón por amor a la risa

Franco es franco: la gira por Asia y Europa es un capricho. “Y sí, se llenó el bar pero era más chico que la sala de mi casa”, dice

También participó en el Comedy Fest y en Drunk History de Comedy Central (COMEDY CENTRAL)
17/10/2017 |23:00
Redacción
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erika.monroy@eluniversal.com.mx

A las afueras de Gamuso, un pequeño bar en Japón, había una fila de mexicanos y latinos esperando poder entrar para ver al comediante Franco Escamilla.

En aquellas tierras orientales no es común el humor en español y la única forma de tenerlo a la mano es a través de YouTube. Es así como Escamilla logró “abarrotar” el lugar durante su primera vista al país nipón.

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Y bueno, tampoco es que hubiera sido tan difícil no llenar el recinto. “Aquí todo es chiquito, hay bares que son del mismo tamaño que mi sala. No se crean, sí me quejé, qué pedo, no había uno más chiquito ¡Y me dijeron que sí!”, dice el comediante mexicano al inicio de su show en Japón.

Ahí había tres o cuatro japoneses, quienes acompañaban a sus parejas. “Mi hermana, no vas a entender ni madres”, le comenta Escamilla a una de las chicas asiáticas.

Convencer a Escamilla de ir hasta Japón no fue difícil y es que como buen nerd siempre ha sido fanático del ánime y de la música japonesa.

Sin embargo, una pregunta sí pasó por su cabeza. “¿Hay mexicanos en Japón? Qué chingados hacen allá. Japón no está hecho para mexicanos, todo está muy chiquito, la comida no pica, son todos muy educados, te saca un chingo de onda, todos son muy amables aquí”, expresa.

Antes de empezar con su show en el pequeño Gamuso, Escamilla pide que no graben su show, porque no le parece justo que alguien pague por ver un show que ya vio en YouTube. “Él único que puede grabar es él, porque estamos grabando un especial para Netflix, por lo demás les pedimos que no graben el show”.

Con sus más de 2 millones de seguidores en YouTube el llamado Comediante del sombrero ha decidido romper las fronteras del humor y está en medio de una gira que incluye Australia y partes de Europa que incluye Italia y Alemania.

“Es algo que queríamos hacer, no es fácil, porque todo es muy caro, yo le dije a mi representante que con que saliéramos tablas me daba por bien servido, pero en algunos lugares vamos a terminar poniendo. Tuvimos que renunciar a lo económico” dijo el comediante.

Es así como Escamilla espera que todos estos viajes deriven en nuevas rutinas para sus espectáculos. Explica que el viaje a Japón es lo más lejos que ha estado de casa pero que es un sueño cumplido. No fue fácil pero poco a poco está cumpliendo muchos de sus anhelos. “Dicen que los sueños están a un paso de la realidad y no es cierto, son muchos pasos”.

Recientemente Franco Escamilla fue noticia viral después del asalto que sufrió en una gasolinería de la Ciudad de México. A través de sus cuentas en redes sociales compartió el momento en el que una cámara de seguridad registró el asalto del que fue víctima junto con su representante.

“Fue un susto, pero yo no me estoy metiendo mucho en eso, porque al que le robaron fue a mi mánager. Así que yo solamente dejo que los demás hagan su trabajo”, explica.

Con esa exposición y sus millones de seguidores en redes sociales y YouTube, Escamilla no se considera así mismo un influencer.

“No creo en el término influencer, al menos no quiero creer que sea verdad, porque al fin de cuentas somos gente que se dedica al entretenimiento y nada más. Somos gente que se dedicar a crear contenido para hacer reír al público, no creo que deba ser tomada nuestra opinión para cosas importantes, lo único que buscamos es hacer reír”, asegura.

Hasta las lágrimas. Reír es algo que Escamilla disfruta mucho, por esa razón, durante su participación en el programa Drunk History, se carcajeó hasta las lágrimas.

“Me encanta mi trabajo, además estos desgraciados (la producción del programa) me dieron como dos coñacs antes de grabar y otros dos durante la entrevista y como soy malo para el alcohol se me subió y me reí mucho”, explica.

Para el programa que produce Comedy Central la idea es que el narrador esté lo suficientemente borracho como para contar un pasaje de la hitoria de México de forma divertida y algo alocada.

A Franco Escamilla le tocó narrar la historia de “Zapata, Villa y la Silla”. “Yo soy muy fan de Zapata por ser morelense, así que no me costó trabajo, además de que me pidieron que lo contara como si se lo contara a mis amigos, por eso (hay) algunas cosas que no existían en aquellos años, como la coca-cola”, se ríe.

Según el comediante ahora aprecía más los chistes y entiende lo difícil que es hacer reír a la gente, por eso no juzga a los demás y sólo se ríe.

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