Impecable, ningún cabello estaba fuera de lugar. Edith González se miraba al espejo y se revisaba de pies a cabeza. Estaba contenta. Su sonrisa no daba visos de la batalla que estaba librando: cáncer de ovario , revelación que hizo a EL UNIVERSAL el 8 de marzo de 2017 , en plena conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Pero no era la revelación sobre su enfermedad lo que ese día le quitaba el sueño ni la sonrisa , sino ser contundente en el mensaje. Quería compartir a los demás su experiencia de ser mujer fuerte en su medio y eso no significaba sólo “ser guerrera” sino también “ser inteligente”.
Para eso cuidó cada detalle de la sesión. Estuvo en las instalaciones de este diario, se instaló en una improvisada área de camerino para estar más cerca del área de donde se tomarían las fotos. Revisó su maquillaje y el peinado una y otra vez. No quería salir sin la peluca porque le parecía muy fuerte aún.
Realizó tres cambios de vestuario. “Aquí esto lo hacemos muy rápido porque somos gente de teatro y no nos tardamos”.
Era una mujer muy práctica
y no perdía el tiempo. Estaba haciendo un libro y, mientras la maquillaban y arreglaban, leía los bocetos a otra persona.
Volvía a las fotos, posaba sin problema donde el fotógrafo Germán Espinosa le dijera. Iba y regresaba. Otro vestido, otro peinado, otra pose, misma sonrisa.
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