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Bruselas.— La “aterradora” e “impune” desaparición de los tres estudiantes de cine en Jalisco es un reflejo del deterioro social y de la vulnerabilidad que viven los mexicanos, afirma el cineasta Guillermo del Toro.
“Estamos viviendo un momento de descomposición social desde hace mucho tiempo, pero sigue aumentando”, considera el cineasta.
“Hay una vulnerabilidad social en esta descomposición que es absolutamente inaceptable, es invivible”.
Del Toro comenta que la desaparición no sólo golpea al gremio cinematográfico sino a todos los mexicanos, sea escritor, zapatero, mueblero, abarrotero o industrial.
Los jóvenes Javier Salomón Aceves, Daniel Díaz y Marco Ávalos, de la Universidad de Medios Audiovisuales, desaparecieron el pasado 19 de marzo en el Municipio de Tonalá. Días antes, el director mexicano había estado en Guadalajara para impartir conferencias y compartir su trayectoria con los jaliscienses.
El cineasta tapatío visitó la capital de Europa como invitado del Festival de Cine Fantástico de Bruselas, que en su edición 36 cuenta con un apartado especial sobre México.
En cuanto al acuerdo suscrito con Fox Searchlight Pictures, lo describió como un proyecto pequeño, una boutique, que se caracterizará por uno o dos títulos producidos y uno dirigido, aproximadamente cada dos años.
Representará una carga que le dejará apadrinar directores, como ocurrió con Jorge Gutiérrez y Juan Antonio Bayona, así como mantener una relación cercana con primeros directores de Europa y América.
“Me permitirá hacer un sello orientado al lado autoral del género, no al lado producción, me interesa que haya nuevas voces o voces potentes que estaban en otro género, como Scott Cooper, que va hacer la primera, Antlers. Él había hecho dramas de corte muy realista, pero maneja la tensión muy bien, y creo que va ser muy interesante traerlo al género fantástico”.
La colaboración con la firma estadounidense también podría aprovecharse para sacar “la espinita” de proyectos que han quedado en el tintero. Señaló que ha escrito al menos 10 guiones que no se han dirigido.
El director de El laberinto del fauno atraviesa por un año sabático, el cual, explica, le ha permitido tener un momento de respiro, promocionar y vivir la película La forma del agua, preparar la estructura de la producción con Fox y tratar de abrir un centro de animación en México.
“Me ha permitido tener más vida que planes. Estoy cansado y no.
“Pero estoy contento de haber escogido no estar metido en el ajo, porque hay que tener mucho cuidado con las decisiones que se toman en estos momentos. Cuando se sale de algo tan álgido como el Oscar, hay que tener cuidado con las decisiones que tomas, porque cuando tomas no manejas, hay un nivel de intoxicación con las cosas positivas con las que hay que tener cuidado”.
Ha habido éxitos desorientadores en el pasado, dice, pero ya aprendió. “Después de equis años de vida, aprendes a decir: en estos momentos hay que hacer las cosas tranquilas”.
La pausa, junto con los cuatro galardones obtenidos en la última edición de Premios Oscar, igualmente ha generado las condiciones para poner en marcha el proyecto de becas para estudiantes mexicanos de cine.
“Para mí lo importante es que se le dé la opción de un estudiante de ir a la escuela de cine que escoja y en el lugar de mundo que escoja, porque creo que es bien importante reclamar de manera práctica la posibilidad internacional de la narrativa cinematográfica mexicana”.
Al hablar sobre las dos estatuillas del Oscar en su poder, dice que se encuentran en una repisa de la chimenea de la recámara, frente a un retrato de Vincent Price.