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Han pasado 40 años desde que Dave Mustaine fundó Megadeth. Las arrugas se notan en la piel del guitarrista, sus pasos en el escenario son más lentos, pero cuando llega el momento de tocar para 20 mil personas en la Ciudad de México, la Arena se vuelve una máquina del tiempo, y su combustible es la música.
Dicen que lo que bien se aprende nunca se olvida, y Dave lo comprueba atacando la guitarra sin esfuerzo, con soberbia, para él es como andar en bicicleta. Con el instrumento, se transporta, y como si fuera aún un joven de 22 años, sacude la cabeza mientras mira las cuerdas de la guitarra y gruñe.
Ante él, su legado, un público diverso, mujeres, hombres, jóvenes, niños y viejos, que como Dave dejaron la rutina, dejaron el sillón, colgaron el traje de la oficina, se pusieron las botas, las chaquetas de cuero, y dejaron ver los tatuajes orgullosos.
Algunos empiezan su camino en el thrash metal, para otros llegar a la Arena y ver a los más jóvenes, es regresar a los años ochenta, y con Dave rockeando furioso frente a ellos la coraza del presente se rompe, y florece la juventud hasta en los metaleros más viejos.
“Dread and the fugitive mind”, irrumpe de pronto en la Arena, el ruido comienza a subir, mientras Dave canta “Let me introduce myself (permítame presentarme) I'm a social disease (soy una enfermedad social)”, y el público responde gritando, no hay espacio para el silencio.
Entre los asistentes hay quienes se tapan los oídos, mientras otros se dejan llevar por la guitarra de Dave, cierran los ojos y agitan la cabeza, fuerte, como si quisieran romper un cristal con el cráneo, como si la música los inundara y quisieran sacudirse al ritmo algo de encima.
Mientras la masa se empuja, la banda toca concentrada, mirando hacia el suelo, cubriéndose el rostro, todos con largas cabelleras, el pianista, el baterista y Dave, de pie en una pequeña pasarela como hipnotizado tocando sin parar, detrás de él la imagen de un esqueleto de tres metros lo custodia, mientras las luces se vuelven estroboscópicas por la rapidez con la que encienden y apagan al ritmo de la batería.
Entre los golpes, las patadas al aire, también hay quienes observan, solo observan, se abrazan de la pareja, o de un amigo, y al borde de las lágrimas cantan, pero no sienten la necesidad de unirse al grupo que baila y se empuja, se vulneran y cantan el tema “Angry Again”, “The more of you that I inspect (cuánto más de ustedes inspeccionó), The more of me I see reflect (más veo mi reflejo en ustedes) The more I try to read your lips (mientras trato de leer tus labios) The more the mask you're wearing rips (más se rasga la máscara que llevas)”.
Megadeth arma fiesta frenética
La incredulidad de los fans es palpable cuando comienza a sonar “Tornado of souls”, y también “Symphony of destruction”, y entonces comienza nuevamente el ritual, todos se abren hacia los costados, y cuando la música arranca de golpe todos corren hacia el medio, como un choque de trenes del que todos salen ilesos.
Si alguno se cae todos lo levantan, muchos fanáticos entran al “mosh pit”, con acrobacias, saltando, con fuerza, otros simplemente se dejan llevar por la marea, están ebrios, de alcohol, de metal y cansados por el gasto de adrenalina, quienes no quieren ser revolcados solo miran desde la orilla, ríen, filman, cantan.
Megadeth se despide con “Mecanix”, y aunque los seguidores están cansados, los cabellos se les pegan a la cara por el sudor, y otros ya permanecen en el suelo sentados, conscientes o no, cuando la banda anuncia su despedida todos se levantan y exigen más, no quieren que ese momento se termine.
Pero la banda se va, continuará su paso por México el 27 de abril en Monterrey, luego en el estadio Cuscatlán de San Salvador, El Salvador se despide de Latinoamérica par partir a Suiza y Hungría.
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