La madrugada del 30 de octubre una noticia acaparó las redes sociales: Octavio Ocaña, actor de la serie Vecinos, había fallecido inesperadamente horas antes. La imagen del joven de 22 años agonizando dentro de su camioneta tras una persecución con la policía del Estado de México impactó no sólo a sus seguidores, sino a quienes no sabían de él.
De inmediato, circularon otras imágenes, las que lo recordaban de niño, caracterizado como Benito Rivers en la serie de Televisa, además de mensajes de apoyo y empatía hacia su familia. Muchos se volcaron a exigir justicia para esclarecer los hechos.
Este tipo de sucesos siempre impactan, pero hay peculiaridades cuando se trata de una celebridad. Si un famoso fallece en un hecho violento, a la sorpresa sobreviene una clase de morbo existencial, considera el sicólogo y perito criminalista, Roberto Carlos Ramírez Aldaraca.
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“Los crímenes en el espectáculo son impactantes porque la muerte del otro siempre es observable y analizable, ya que nunca seremos espectadores de nuestra propia muerte.
Pero hay una particularidad, verla reflejada en el rostro de un famoso, de cierta forma, disminuye nuestros niveles de ansiedad ante nuestra inherente muerte próxima”, dice.
El impacto mediático y social es mayor cuando cuando la víctima gozó de cierto reconocimiento, a diferencia de alguien común. Ramírez Aldaraca es miembro de la Federación Mexicana de Criminología y Criminalística, adscrito a la Fiscalía Central de Investigación de Homicidios y Secuestros de la PGJCDMX, reconoce que las autoridades llevan los procesos periciales de distinta manera, en parte por la presión social.
“A nosotros los peritos se nos exige tener mejores resultados. Idealmente tendríamos que ser imparciales, objetivos en nuestra intervención. Tendríamos que atender de la misma manera a la ciudadanía. Pero esto provoca una discriminación generalizada constante para el resto de las personas que no forman parte del espectáculo”, reconoce.