Para Lizy Martínez, interpretar a una villana es un reto que le permite explorar la oscuridad del alma humana. La actriz da vida a Vera Olivares en la telenovela Amor amargo.
Su papel es el de una mujer marcada por su ambición desmedida y una compleja relación con su familia.
“Vera no es malvada sólo por serlo, su ambición nace de un profundo deseo de ser vista y valorada. Interpretarla me hizo reflexionar sobre cómo las heridas emocionales pueden deformar nuestras decisiones”, dice.
Detrás de esta villana se encuentra una actriz que, a lo largo de su proceso personal de sanación espiritual, encontró alivió en la religión católica.
“Mi proceso de acercamiento a Dios me ayudó a encontrar el equilibrio que necesitaba para interpretar a una villana tan compleja”, explica.
La telenovela gira en torno a Tomás (Andrés Palacios) y Gabriela (Ana Belena); ellos enfrentan los fantasmas del pasado y un presente lleno de traiciones y secretos familiares. En este escenario, Vera siembra el caos.
“Interpretar a una villana te hace tocar terrenos complicados, como caminar sobre lodo sin enlodarte”, explica la actriz de 33 años.