“Allá en el rancho grande” inauguró los 20 mejores años del cine mexicano . Entre 1936 y 1956, nuestro país se posicionó como el líder de Latinoamérica y el mundo en lo que a producciones cinematográficas nos referimos.
Claramente los mexicanos acapararon la escena internacional con sus espeluznantes interpretaciones. Pero no todos aquellos que protagonizaron la pantalla grande fueron compatriotas. El enriquecimiento de nuestro cine tuvo también que ver con la incorporación de artistas extranjeros que en los estudios mexicanos encontraron el éxito.
En Santander, España, nacía hacia 1912 el gran Emilio Tuero. En 1938, el actor ya protagonizaba el film “La india bonita”. Fundó su propia productora de cine en nuestro suelo y finalmente falleció en 1971 en la Ciudad de México fruto de complicaciones estomacales y respiratorias.
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Una de las caras más bellas de la época dorada llegó desde el fin del mundo. Marga López fue otra talentosa extranjera que viajó desde San Miguel de Tucumán (Argentina) para meterse de lleno en la escena nacional e internacional. Actuó en películas tales como “Los Tres García” (1946), “Salón México” (1949) y “Muchachas de uniforme” (1951). Sus cenizas fueron depositadas en la Parroquia Nuestra Señora de la Esperanza a su muerte en el año 2005.
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Wolf Ruvinskis. Fuente: Instagram @wolfruvinskis.fansmx
Wolf Ruvinskis, es quizás la personalidad más obvia del listado del "Cine de oro" mexicano . Su extraño nombre le fue colocado en su madre patria, la actual Letonia. Era poseedor de un escultural cuerpo por su práctica profesional de lucha libre. Rápidamente llegaría a la fama haciendo producciones en las que aparecería frecuentemente con el torso desnudo. Sin embargo, a la época no cumplía con los estándares y prototipos de belleza. Los galanes del momento no solían tener tantos músculos. A pesar de ello y comenzando en papeles de reparto, el actor penetró la pantalla y se convirtió en unos de los villanos por excelencia de la época de oro mexicana.