Para un niño o niña las artes deben ser algo cotidiano en su vida, como lo es el deporte o jugar, al menos eso considera Patricia Marín, productora del espectáculo (Esc)afandra, el cual está integrado por disciplinas como la danza, el teatro, las artes circenses, la música y la lengua de señas.
“Los niños deberían de estar vinculados con las artes desde muy temprana edad, porque si las involucran en su día a día serán adultos con otro tipo de percepción hacia el mundo. Creemos que el arte cambia la forma de pensar y ver las cosas, dentro de esta reflexión pensamos que hablar y sensibilizar sobre la diversidad funcional desde pequeños, también permite abrir una posibilidad de aceptar al otro con sus diferencias y saber que esta diversidad nos enriquece mucho como seres humanos”, dijo Marín respecto a este montaje que se presenta mañana en el Teatro de las Artes del CENART, a las 12 y 14 horas.
Este es un espectáculo que nació en 2016 con el objetivo de que el público joven conociera las artes escénicas, con el cual también quisieron incluir a espectadores de diversidad funcional, por eso como parte del montaje se incluye la lengua de señas, que además es el hilo conductor para llevar a quien lo ve por el universo acuático en el que se desarrolla la trama, donde encontrarán medusas brillantes, peces dientudos y crustáceos de patas alargadas.
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“El agua no es el ambiente natural del hombre, entonces inventó la escafandra, pero en el mar hay unas fosas que están a 11 mil metros de profundidad, por lo cual no se sabe qué hay abajo y tal vez el hombre no logre saberlo, pero hasta donde han llegado se han descubierto seres que no tienen contacto con el Sol, que son traslúcidos y ciegos la mayoría, pero producen su propia luz; entonces esta es la metáfora que usamos”.
Patricia Marín explicó que con este hecho, donde hay un mundo que se desconoce, pueden abordar el tema de la discapacidad, que definen como diversidad funcional, es decir, sobre las personas que tienen otra forma de convivir con el mundo por carecer de alguno de los cinco sentidos, pero desarrolla más los que tienen para adaptarse.
La también directora explicó que decidieron explorar esta premisa desde el público infantil, porque a veces los niños tienen más conciencia que lo diferente no es malo, el adulto es el que ya tiene este prejuicio.
“Es una pieza que es muy emocional y hermosa, y por alguna razón te hace estar muy presente, no porque no se entienda, ya que hablamos y signamos justo para crear un espacio en común y que todo el mundo entienda de lo que se trata la obra”.
Marín señaló que esto es gracias a la combinación de elementos que se hace en escena, desde la música hasta el uso del Sistema de Lengua de Señas Mexicana, que hace que a través del movimiento de manos se vayan entiendo muchas cosas, sin mencionar los personajes que protagonizan la obra, los cuales son entrañables, como peces, escafandras, tiburones, por mencionar algunos.
“Ellos conectan de inmediato con el público, nos damos cuenta porque bajamos a la butacas para invitar a los niños a subir al escenario y nos hemos encontrado con gente sorda que se comunica con nosotros e intenta decirnos cosas y es maravilloso que entendemos, porque muchos de los actores ya comprenden la lengua de señas, no completamente porque es complicada”.
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