Erik Rubín tiene 53 años, pero en realidad para él cualquier número que lo defina es un pretexto.
Es una de las figuras del espectáculo que se mantiene mejor física y mentalmente, para lo cual, asegura, ha aprendido algo que muchos olvidan con el pasar de los años: priorizarse a sí mismo.
El cantante suele mantener su vida privada lejos del escrutinio público, pero desde su divorcio con la conductora Andrea Legarreta, en febrero de 2023, ha recibido todo tipo de comentarios en redes sociales, lo que le ha puesto a prueba mentalmente.
“Hay gente muy cariñosa, sin duda tengo la fortuna de contar con su cariño, pero también hay gente que está enojada y que está buscando pretextos para ofender, descalificar. La clave es no tomárselo personal”, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL.
Si tuviera que dar un consejo a quienes han vivido algún tipo de difamación, Rubín considera que sería tomar distancia y priorizar lo que uno es...
“Yo no me meto a leer (comentarios en redes), y las cosas de quien vienen, el 98% son mentiras. A mí me han hablado de muchas formas y siempre tarde o temprano sale la verdad, yo sé quién soy, estoy tranquilo con eso, con mi familia y mi gente”, opina.
Introspección positiva
Actualmente, el cantante luce jovial junto a su hija Mía, de 19 años, en el programa "Juego de voces" de Televisa, en donde varios famosos cantan junto a sus hijos con la finalidad de obtener un millón de pesos que serán destinados a una fundación.
Y es justamente Mía junto con Nina, las hijas que tuvo con Andrea, su otra gran prioridad. Por ello busca aleccionarlas con el ejemplo, más que con cualquier sermón paternal.
“Es muy probable que ellas no tengan que pasar por lo que yo para aprender. Yo les comparto mi experiencia con la intención de que se ahorren vivencias, pero ellas tienen que vivir”, dice Rubín.
“La verdad es que no soy un padre que prohíbe nada, la respuesta está en los resultados, ellas nunca han visto a un papá borracho, drogado, golpeador. No me considero la mejor persona, pero intento siempre crecer”, añade.
Para proyectar lo mejor de sí, el exTimbiriche busca constantemente su equilibrio interior, lo que incluye una rutina de ejercicio constante, acompañada de una alimentación sana.
La clave, asegura, es no acostumbrar al cuerpo a lo mismo, sino producir endorfinas en distintas actividades.
“Un día corro, al otro hago pesas, luego bici. Creo varios ejercicios. Es una terapia literal, algo incluso espiritual, hay una parte que conecta todo, que hace una balanza, en la que todos tenemos que trabajar”, comparte el cantante.
Lo anterior, considera, lo aleja del fantasma de la procrastinación. “No te voy a decir que no me canso o me siento mal, pero es parte de quererme”.