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“Le he hecho zapatos a muchas personalidades como María Félix y Antonio Banderas. Trabajamos en la pelìcula Titanic haciendo zapatos a los actores principales. Trabajé por mucho tiempo para Televisa y TV Azteca y también realizamos zapatos a obras de teatro como Los miserables y El rey león“, dice Ricardo Piña al recordar el mundo en el que ha estado inmerso más de 50 años.
“Zapatería Piña” se lee en la fachada del negocio donde todo inició como un taller de reparación de calzado; recuerda que la historia de la zapatería da un giro inesperado cuando su padre comenzó a fabricar zapato borceguí para trabajadores de los Estudios Churubusco.
A partir de ahí, actores y estrellas del momento comenzaron a llegar a su local.
Al morir su padre a finales de los años 60, don Ricardo y su hermano Francisco quedaron al frente del negocio y recibieron de parte de Manuel El Loco Valdés una gran oportunidad para adentrarse en el mundo del espectáculo. El actor fue uno de sus mejores clientes y les propuso un intercambio: los anunciaría en su programa El show del loco Valdés, si le regalaban los zapatos que le gustaban: los de plataforma.
“A El Loco le gustaba que los zapatos fueran vistosos. Por ejemplo, le hice unos que en la punta decían ‘América y ya’ porque él es americanista de corazón. También le fabriqué unos que tenían foquitos y en el tacón tenían las pilas para que no se vieran. Eso nos ayudó bastante para que muchas personas nos conocieran”.
Gracias al éxito, abrieron una sucursal en la Zona Rosa que fue muy concurrida por personalidades como Luis Miguel, Thalía, Alejandra Guzmán y Verónica Castro.
Jennise, la diseñadora que cumple sueños. Dentro de la zapatería, ubicada en Calzada de Tlalpan, en la alcaldía Coyoacán, se encuentra una pequeña oficina, donde Jennise, hija de don Ricardo, se encarga de hacer diseños personalizados para los clientes y dice con orgullo que el amor y la pasión por este oficio se la transmitió su padre. Para ella el verdadero valor de la zapatería es precisamente lo que fabrican: zapatos a la medida y artesanales.
“En algún momento mi papá pensó en que hiciéramos producción en serie o en línea, y sí tenemos esa intención, pero lo cierto es que el alma de la zapatería es hacer el zapato artesanal”.
“Al final, cuando vas a comprar un par de zapatos, ya están hechos, simplemente escoges el que más te adecúa. Pero aquí lo que hacemos es cumplir sueños, y la idea es que la gente nos conozca y satisfacer sus necesidades, fabricando un zapato que sea cómodo, porque al final no nos damos cuenta de la importancia que tienen nuestros pies, ya que ellos nos cargan”.
Zapatería Piña, un legado. Conforme pasan los años, para don Ricardo ha sido difícil contratar empleados, pues las nuevas generaciones no se interesan por el oficio.
Por esto, la familia Piña desea impulsar que más personas lo conozcan y aprendan para que puedan beneficiarse de esta tradición.
“Desgraciadamente este es un oficio que ya se está terminando, así que tuvimos la idea de capacitar a gente, mujeres sobre todo, porque a mí me gustaría que no fuera un oficio sólo de hombres. Actualmente tenemos a dos mujeres trabajando aquí”, dice Jennise, quien espera dejar un legado y un precedente para que el oficio de zapatero continúe en el país.
A don Ricardo le gusta ayudar a las personas y lo ha hecho con varias a lo largo de su carrera y dice que siempre es un gusto ver que su trabajo rinde frutos.
“Lo que más me gustaría y me dejaría conforme en esta vida, es dejar mínimo 20 personas que hagan lo que yo hago. Tú puedes decirme que es muy bonito peinar, cortar el cabello, hacer joyería, vestidos. Para mí, no hay un oficio más bonito que el hacer zapatos”.