Algunos teatros se llenaban cada fin de semana, otros estaban habituados a lidiar con pocos espectadores pero, sin importar el éxito de sus propuestas escénicas, un día de marzo de 2020 todos tuvieron que cerrar.
La recuperación de esta industria es tan ilusoria como cuando se las ingeniaban para crear magia en el escenario. La incertidumbre que genera contagiarse de coronavirus es una razón que los productores deben sortear cada semana, pero hay otra: que el semáforo de la pandemia puede cambiar en cualquier momento de naranja a rojo. Cada fin de semana puede ser el anuncio de un nuevo cierre sin fecha de apertura.
“Si evalúo el panorama de la industria del entretenimiento en vivo, me parece que sigue siendo poco favorable”, considera el productor Guillermo Wiechers, miembro de la Sociedad Mexicana de Productores de Teatro (Teatromex).
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“Me parece que sigue siendo una mera ilusión pensar que, en cuestión de dos o tres meses, la gente dedicada a los conciertos, al teatro, va a recuperar pronto el empleo o el ritmo de trabajo al que estaba acostumbrada”.
Un naranja muy rojizo
En la Ciudad de México existe un semáforo epidemiológico con cuatro colores: verde, que permitiría el retorno las actividades; amarillo, con el que se reincorporarían todas las actividades no esenciales con medidas de salud; naranja, que permite algunas actividades no esenciales pero mantiene el estado de alerta, y rojo, que implica el cierre de todos los espacios públicos.
El semáforo pasó de rojo a naranja el 29 de junio, pero fue hasta el 27 de agosto que se permitió el regreso de los teatros. El 3 de septiembre la puesta en escena Elena fue la primera en retomar labores en el Teatro Milán.
Esperar a que las cosas mejoraran en 2021 no era opción.
Según explica Wiechers, los miembros de Teatromex (que son más de un centenar de productores) decidieron que era mejor abrir los recintos, aun con un aforo de 30%, sobre todo porque las cuentas de los servicios no han dejado de llegar puntualmente y la necesidad de conservar los empleos de su equipo era imperante.
“Es lógico, un productor que tenía cinco espectáculos regresará con uno y eventualmente con dos, por lo tanto ha tenido que reducir la cantidad de operativos, de técnicos y administrativos, y naturalmente ha tenido que dejar en libertad a sus elencos; todos hemos entendido que los compromisos que habíamos adquirido antes de la pandemia son susceptibles de volver a ser evaluados, ahora ninguno de nosotros está obligado a estrenar una obra, con un elenco, en determinado teatro, antes de tal fecha”, reconoce.
Ensayo mundial
Las obras, tanto de cámara como musicales de mediano formato, siguen protocolos de bioseguridad, las cuales incluyen un aforo a 30%, distancia y medidas sanitizantes; aun así, se dieron casos positivos en Covid-19 que obligaron al cierre de obras y recintos, como la comedia "A oscuras me da risa" en el Teatro Aldama, y el Teatro Helénico, del Centro Cultural Helénico, en dos ocasiones, sin que se confirmara que el contagio se dio dentro de la producción o el espacio.
“Para mí sigue siendo evidente lo que han dicho Morris Gilbert y Rubén Lara (también productores de teatro en México); la salida será posible hasta que no llegue la vacuna, y me refiero a que llegue a la población en general, porque más allá que alcancemos a garantizar que nuestros elencos, técnicos operativos, etcétera, puedan vacunarse, el público seguirá con miedo de contagiarse fácilmente”, dice Wiechers.
Entre las medidas que han tenido que tomar para asegurar una temporada, destaca la de duplicar los elencos, porque pueden parar la temporada si alguien se enferma de Covid-19, esto también puede significar un problema porque la gente quiere ver a los artistas anunciados en la marquesina, pero lo importante es la seguridad.
El show debe continuar
La amenaza semanal de regresar al semáforo rojo implica una realidad que los productores han decidido asumir: cada semana es un desafío. Es una falta de certeza que igual ha afectado a Broadway, que a la industria en otras latitudes.
El 13 de noviembre dos teatros iniciaron actividades en Buenos Aires, Multiteatro Comafi y el Teatro Broadway, que ofrecieron su primera función después de casi ocho meses con un público reducido, también a 30% y con normas muy similares a las aplicadas en México.
“Hemos estado en contacto con el gremio argentino, somos colegas y nos conocemos muy bien, y conversamos todo el tiempo sobre qué está sucediendo en nuestros países; sin lugar a dudas lo que pasa en uno influye en el otro y estamos aprendiendo de ambos”, dice el productor Morris Gilbert sobre la similitud de las reglas a seguir para la apertura de recintos.
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Wiechers también cree que hay un largo camino por recorrer para el teatro.
“Si el 2020 fuera un alimento, sería más insípido que un chayote. Es un año en que gran cantidad de proyectos se han visto aplazados, cancelados o frustrados, pero me queda claro que es un año que a todos nos ha puesto a prueba, todos hemos sido desafiados en términos de control emocional, de control de nuestras finanzas”, considera.
¿Qué hacer ante un cierre?
La opción del semáforo rojo es ineludible. Gilbert reconoce que el streaming es la única manera en la que el gremio se seguirá reinventando.
“Somos una especie en peligro de extinción, literalmente, lo que estoy haciendo es seguir mi intuición para luchar porque no muramos, estamos luchando por sobrevivir. Nosotros estamos viviendo hoy gracias a los streaming, ¿quién nos hubiera dicho eso alguna vez en la vida?, son cosas que no hubiéramos soñado antes, que no se nos hubiera ocurrido ni de broma, lo que hemos cambiado estos meses... es insólito”, reflexiona.
El drama de 2020
65% De ocupación hospitalaria es el límite para que el semáforo cambie a rojo en la Ciudad de México.
Frase
“Me parece que sigue siendo una mera ilusión el pensar que, en cuestión de dos o tres meses, la gente dedicada al teatro se va a recuperar”. Guillermo Wiechers.
Productor teatral.