A Bernabé Palma el público sin saber, lo ha visto saltar desde el Titanic, quemarse en la telenovela El maleficio o caerse y correr con trenzas y vestido de mujer en las películas de la “India María”.
También es él, y no la estrella francesa Jean Paul Belmondo, quien se tira desde una palmera y protagoniza una gran persecución en Acapulco durante la cinta Cómo destruir al más famoso agente secreto del mundo.
¿Más referencias? Michael Douglas reconoció su profesionalismo cuando filmaron juntos Dos bribones tras la esmeralda perdida, en locaciones veracruzanas, y el boxeador campeón del mundo, Joe Frazier, se tomó sin problema una foto al ser compañero de reparto en Ghost fever, película ochentera de comedia y terror.
Bernabé tiene 79 años de vida y 54 años de carrera aún activa, como doble de riesgo, cuya labor es hacer las escenas de acción y peligro que los actores no hacen por seguridad.
Apenas el mes pasado rodó una biopic de él mismo, titulada Yo soy el poderoso, y luego se trasladó a Estados Unidos a hacer una producción independiente.
Así contabiliza un centenar de películas y telenovelas en su filmografía como El Pantera, Lola la trailera, Crimen en primer grado (con Morgan Freeman) y Un hombre llamado caballo.
“Tengo quebradas las clavículas, tres costillas, las piernas, los tobillos, de la cara con tanta quemada que me he hecho, ya estoy mejor, antes estaba más feito”, dice bromista.
Su carrera la comenzó sin querer a finales de los 60, luego de ser salvavidas e instructor en el mismo hotel acapulqueño donde trabajaba el recién fallecido Andrés García, su amigo.
Un día, un productor de cine al que había conocido cuando en el puerto guerrerense se rodó Fiesta en Acapulco con Elvis Presley, vio su físico y lo invitó a trabajar en la serie televisiva estadounidense de Tarzán, que estaba rodándose.
“Fue difícil para mí al principio porque nada más sabía golpear, en Acapulco lo hacía por todo (risas), pero fui aprendiendo, hacía caso a lo que me decían quienes sabían más y de ser uno de los últimos, pasé a ser el mejor para las escenas de peligro de la serie, por el cuerpo, la versatilidad y la audacia”.
Eran años en que en el cine mexicano lo más riesgoso era a caballo, pero comenzaría a haber incendiadas con efectos especiales y persecuciones en moto y auto.
Emilio “Indio” Fernández lo eligió para integrarse a La Choca y ser quien se incendiara en una balacera mientras cae con caballo al río. Luego fue llamado para La inocente, donde fue doble de Meche Carreño, quien también tiene un encuentro con las llamas.
Pero quizás la experiencia con fuego que más recuerda es la de la telenovela El maleficio, en donde el personaje de Enrique de Martino (Ernesto Alonso) muere quemado: “Me mandaron a hacer una máscara con su cara y durante una semana me preparé mucho mentalmente. Duré casi un minuto incendiándome porque el personaje caminaba, iba para adelante, para atrás, sentí calor, pero creo lo que más me dolió fue el trancazo de mis amigos para tirarme al suelo y apagarme”, rememora.
Poco antes había estado cerca de perder la vida durante el rodaje de Amigo, en la que era el doble de Andrés García, quien interpretaba a un stuntman.
“Estábamos en el Ajusco y en una escena me dicen que le diera a 80 millas al auto, pero eso en kilómetros son 137 por hora. Había cuatro cámaras y un helicóptero para la toma, pero por la velocidad no me tomó ninguna, el carro vuela, da cinco vueltas y cuando acabó Andrés pensó que me había muerto y sí era para eso”, cuenta.
A finales de los 90 integró el selecto grupo de stunt de talla internacional para Titanic, de James Cameron, que se filmaba en Rosarito, Baja California. Estaban los mejores de todo el mundo y él era de los experimentados y conocidos.
“Cuando se está hundiendo todo era de verdad, la cubierta se parte en tres y había que tener cuidado, porque la duela (piso) brincaba, hubo brazo y piernas quebradas, había un equipo de 10 buzos por lo que pudiera pasar. Fueron meses de mucho ensayo, yo soy de los que se avientan al mar”.
A Michael Douglas no lo dobló en Dos bribones tras la esmeralda perdida, pero sí convivieron y el actor dijo que su trabajo era admirable; no todo fue tan llevadero.
“En la película que vino a hacer Joe Frazier me desmayé porque en una escena me dejaron mucho tiempo colgado cabeza abajo y casi muero”, recuerda.
Su carrera también incluyó tener un acto escapista de circo: era sumergido encadenado dentro de una caja y debía salir en un minuto: “A Jean-Paul Belmondo decían que no lo doblaba nadie, pero yo lo hice. En una escena de su película su personaje se sube a una palmera, le dan un balazo y cae, también hubo una persecución y tenía que aparecer en la Quebrada donde tenía que aventarse y lo hice enfrente de ella, a 50 metros de altura”.
De sus hijos nadie siguió su carrera, eso sí, se preocupaban cada que salía a trabajar, pues sabían que se jugaba la vida.
“Díganme al actor que quieran y a todos los doblé: a Fernando y Mario Almada, a Jorge Rivero, a Cantinflas en El patrullero 777 ; a Ofelia Guilmáin, a la India María colgada de un helicóptero. Eso sí, casi siempre son personajes a los que matan (risas), así ha sido toda mi vida”, indica el stunt, quien no piensa aún en el retiro.