Muñecas Barbie —piratas, claro— con ropa de El juego del calamar; gente preguntando la receta del dulce y café dalgona a las autoridades culturales coreanas en México; una telenovela, Mi marido tiene familia, basada en una producción de ese país, que contabilizaba más de 2 millones de espectadores por episodio...
No hay que buscarle mucho. México, uno de los mercados más importantes de América Latina, es parte del abordaje de Corea del Sur, como ya lo ha hecho en otros países con música, cine y tv.
Pero no es un proceso casual y que pasó en sólo unos cuantos meses. Se puede hablar de casi tres décadas en que el creativo sudcoreano ha trabajado para exportar la cultura, respaldándose en políticas gubernamentales públicas que buscaban el llamado hallyu, traducido al español como onda coreana; interpretado por muchos como soft power, es decir, que promueve la imagen del país desde la cultura pop.
“YouTube permitió que el mercado se abriera y exigiera que las culturas se pudieran retroalimentar”, dice Youngdoo Park, director del Centro Cultural Coreano en México.
“Nada es original ni está escrito, es sólo la capacidad de amalgamar todas las culturas y recursos tecnológicos. Después de tantos ensayos y errores, Corea descubrió y catapultó su propio nicho; y como somos una cultura abierta, podemos aceptar y adaptar los gustos de todo el mundo”, considera.
La música
La banda juvenil H.O.T , en los 90, saltó hacia China donde agotaba los boletos. Al tiempo, varias series coreanas comenzaron a venderse al mismo país.
En 2002 se dio otro golpe publicitario con el Mundial de Futbol celebrado entre Corea y Japón. Ese año la selección sudcoreana alcanzó las semifinales y su camiseta fue una de las más vendidas del certamen. Las condiciones estaban ya dadas.
En su momento, las agencias de entretenimiento construyeron centros de entrenamiento para niños donde en su día a día toman lecciones de canto y baile, y cuando ya están listos, al tener entre 17 y 20 años de edad, los debutan en agrupaciones que cuentan coreógrafos y compositores que han estudiado o especializado en otras partes de mundo.
BTS, con ocho años en los escenarios, es el representante más conocido del K-pop (abreviación de Korean Popular Music).
El año pasado el grupo lideró las listas del Billboard Global 200 y de la Billboard Hot 100 y acumulando durante su carrera nominaciones al Grammy.
“Aproximadamente aparecen 100 grupos y solistas por año, pero sólo dos tres se consolidan. En ocasiones, en los programas de entretenimiento, hemos podido ver no más de 100”, detalla.
En 2012, dice el funcionario, se organizaron los primeros conciertos de bandas coreanas en México, por lo que surgieron agrupaciones mexicanas o latinas que tomaron este género como base: algunas DarkLights, Finnix y CD9.
El audiovisual
Parásitos y El juego del calamar han sido las más recientes ofensivas en el mundo audiovisual.
La primera es la ganadora del Oscar. En ese país se han estrenado desde 2017 un promedio de 600 películas locales al año, una tercera parte de cintas extranjeras que han llegado a ese país en el mismo periodo.
La serie forma parte del universo promedio de 50 producciones estrenadas en el mercado local de 2017 a 2021, de acuerdo con datos de Hanhwa Research Center y proporcionados por el Centro Cultural Coreano.
2 millones de personas alcanzó Mi marido tiene familia, que se inspiró en una obra coreana.
“Son demasiados competitivos y celosos de darte información, a veces las agencias de casting te cambian el nombre o no ponen tus datos para que las producciones no te busquen y sea a fuerza con ellos, tampoco te dicen el nombre de a dónde vas, sino hasta el día que te toca trabajar”, cuenta Carla Fernanda Ávila, la tapatía que se hizo mediática con su participación en El juego del calamar.
Era una historia que había tardado 10 años en hacerse por falta de dinero y la plataforma respetó todo el guión. Ahora se especula sobre una segunda temporada.
“Es prematuro decir si será como Lost o Breaking bad que duraron muchas temporadas. De ellas nos costó tiempo enamorarnos de los personajes y entender las contradicciones que representaban. (En ambos casos) después de la primera temporada nadie creyó fueran a tener tal impacto”, dice el crítico Rafael Sarmiento.
“No sé si vería una segunda temporada de esta”, subraya.
20 millones de dólares fue la inversión de El Juego de Calamar, la serie más vista de Netflix.
De acuerdo con Park, del Centro Coreano, los dos géneros que más se venden en el orbe son drama y las que se enfocan en tramas familiares. Y el terror.
Pero la comedia es fuerte. El productor Juan Osorio vio My husband got a family y decidió hacerla para México como Mi marido tiene familia.
Los resultados fueron tan buenos que inventó una segunda parte, que no existe en la versión original, dando seguimiento a las vidas de los personajes.
Eugenio Derbez, por su lado, consiguió los derechos de Miss Granny y Driving with my wife’s lover, para producirlas como Cuando sea joven e ¿Y cómo es él?, con Natasha Dupeyron y Omar Chaparro, respectivamente, de próximo estreno.
El juego del calamar y Parásitos, en tanto, muestran el lado oscuro coreano. ¿Es bueno que ambas difundan eso en el mundo? Park rápido responde.
2 mil grupos de k-pop, del tipo de BTS, tiene registrado el país asiático.
Y ve el lado bueno.
“Con El juego del calamar lo que Corea ganó fue que nuestros juegos de la infancia se conocieran y lo mejor se replicaran. Muchas personas se han acercado para preguntar las reglas y cómo preparar dalgona en dulce (visto en la serie) y dalgona café y chapaguetti (Parásitos); como encargado de la cultura en México, es lo más significativo”.
Saben jugar
Diversas propuestas coreanas han mostrado una imagen del país al mundo.
Parásitos. La película obtuvo cuatro Oscar en 2020, incluido el de Mejor película.
El Juego del Calamar. Este año se conviritó en la serie más vista de todo Netflix.
BTS. Una de las bandas más exitosas. “Líderes de la nueva generación”, según Time.
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