Mauricio Garcés cumplió siempre el ideal de mantenerse soltero en el cine y en la vida real, el galán del cine mexicano despertó mucho suspiros entre mujeres de todas las edades, jóvenes y mayoras coincidían en que Garcés tenía “ese algo” que lo hacía un hombre irresistible.
Como ocurría en muchos de sus películas Mauricio era el conquistador, “el todas mías”, pero en “El matrimonio es como el demonio”, del director José Cardona se enamora de Hilda, interpretada por uno de los rostros más bellos del cine mexicano, Elsa Aguirre.
La belleza y el carácter de Elsa flecharon al actor que le dio vida a Raúl, un incasable; en la película comenzó siendo el amante para después ser el marido, relación que no fue lo que pensaban, pues hasta la pasión que había entre ellos dejó de ser la misma, las actividades del hogar y los nuevos roles lo cambiaron todo.
La pareja, que vive su historia de amor en Acapulco, pensó que en una noche desenfrenada se habían casado, aunque en realidad nunca hubo boda; las fotos en las que aparecen Mauricio Garcés y Elsa Aguirre corresponden a la cinta que protagonizaron donde un falso matrimonio “destruye” la magia del amor en soltería.
En la comedia protagonizada por Garcés, fallecido el 27 de febrero de 1989, hace 35 años, también actuaron figuras como Antonio Badú, Luis Manuel Pelayo, Evangelina Elizondo, René Cardona, Isela Vega y Nora Larraga.
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Mauricio Garcés era un hombre de espíritu libre, en varias entrevistas que ofreció a lo largo de su vida declaró abiertamente su preferencia por la soltería, soltero funcionaba muy bien, pero si en la pantalla chica “lo casaban” comenzaban los problemas.
En la vida real tampoco se casó, la mujer de su vida fue su madre, disfrutaba mucho actuar, su porte de galán otoñal dejó huella en cintas como “Departamento de soltero”, “Don Juan 67”, “Las tres perfectas casadas” y “Modisto de señoras”.
Cuando la prensa lo cuestionaba sobre “la boda para cuándo”, él siempre daba la misma respuesta: “no”; en una entrevista que Ricardo Rocha le hizo en 1985, contó que hasta la fecha ningún matrimonio lo había convencido de que casarse era una buena decisión.
“Nunca he encontrado un ejemplo que me grite: ‘cásate y sé feliz como nosotros’... porque no conozco a nadie, son broncas grandes; además, en el ambiente en el que me desenvuelvo no son precisamente casaderas las mujeres que trabajan en el ambiente”.
Ser un hombre seductor lo traía en las venas, su cautivadora voz, que con los años se apagó víctima del enfisema pulmonar que lo llevó a la muerte, fue una de las características de su inigualable personalidad que junto con su simpatía y pícardía, lo convirtieron en un galán del cine mexicano que siempre amó por encima de todo la soltería.
“Porque amo mi libertad. Porque soy feliz así y porque no veo razón para amargarme mi existencia”, decía.
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