En algún lugar de Suecia, Luxemburgo, Lituania, Chipre, Estonia e Israel resonó la semana anterior la frase: “Compa ¿Qué le parece esa morra? La que anda bailando sola, me gusta pa’mí”.
En esos territorios, “Ella baila sola”, sencillo de Peso Pluma y Eslabón Perdido, se inscribió entre las primeras 100 canciones más populares. El fenómeno se acentúa más en toda América, incluyendo Estados Unidos, en donde es el más reproducido.
Esto ha sido una constante desde hace siete semanas, cuando este corrido tumbado alcanzó el primer lugar global, hoy con 44.9 millones de streams.
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Pese a que puede percibirse como un género local, heredero del corrido de la Revolución mexicana y el narcocorrido de los años 70, la aceptación del tumbado no parece tan fortuita.
Rodney Sebastian Clark, el reconocido productor musical conocido como El Chombo, destaca dos elementos: que los intérpretes de este género vistan como jóvenes de cualquier parte del mundo y que su música contenga matices sonoros universales.
“Diversos géneros de música regional mexicana poseen influencias europeas. La guitarra puede provenir de España, pero el concepto del acordeón y el sonido de banda vienen de dos naciones europeas: el ‘tuntata’, que se origina en la República Checa, de un género denominado vals, y el ‘tunta-tunta’, que procede de Alemania, de un género llamado polka”, aclara.
Musicalmente, el tumbado es una amalgama de instrumentos de este género tradicional como la guitarra, el requinto y la trompeta, pero se enfatiza con sonidos más actuales, provenientes de un bajo electroacústico, llamado bajoloche, cuyo rasgueo vigoroso es una suerte de voz adicional, que acompaña y dota de fuerza las historias narradas por los protagonistas, aportando así el sonido “tumbado”.
“El elemento distintivo es la energía única, que sólo puede proporcionar el regional mexicano”, sostiene Natanael Cano, uno de los máximos exponentes del género, considerado su pionero, cuando, en 2018, presentó el tema “El de los lentes Gucci”.
“Yo en realidad disfruto de todos los géneros musicales, pero en particular el género del corrido siempre me ha transmitido una buena energía. La gente debe comprender que ahora se fusionan varios instrumentos y ritmos, y se escucha de todo, en todos lados”, detalla el cantante de 22 años a EL UNIVERSAL.
La polémica: Las letras
Aunque el sonido puede tener cierta universalidad y, en términos estructurales, los tumbados suelen seguir un formato similar al de las canciones pop, con versos, estribillos y puentes, esto contrasta con las letras típicas.
En este aspecto, existe una clara influencia del rap y el trap: con narraciones explícitas, centradas en la vida criminal, en voces juveniles manipuladas con efectos y capas de texturas sonoras.
Un ejemplo es el tema “PCR”, de Natanael Cano y Peso Pluma, que reza: “Fino con las Balenciaga. Corridos bien verga sonaban. Las morritas, muy bien, bailaban. Y yo ando silver, LV. Siento que ando volando ya, carnal. Y, aquí, nunca nos vamos a quejar ¿Para qué vamos a voltear pa’atrás? Ni pedo, yo le voy a atorar”.
El corrido alude a los lujos (Balenciaga, Louis Vuitton), las drogas y las mujeres que devienen al trabajar para el crimen organizado. Una gran parte de las canciones tumbadas o bélicas abordan esta premisa, que también tiene cierta universalidad: historias de jóvenes que sufren carencias, toman la opción del crimen y no piensan “voltear pa’atrás”.
Tanto Natanael, como Peso Pluma, cuyo nombre real es y Hassan Emilio Kabande, tenían entre cinco y seis años cuando, en 2006, comenzó la llamada guerra contra el narco del expresidente Felipe Calderón, es decir, los temas de sus letras son habituales en su entorno y consumos.
El analista Diego Ruzzarin sostiene que estos elementos de la narcocultura, aunque criticables, deben ser analizados en su contexto, en una sociedad que no provee muchas opciones a los jóvenes: “Si tratas al narcotráfico como una alternativa cultural, significa que hay una escasez para las personas de buscar una alternativa de vida viable”.
“Para que una persona pueda tener una vida digna, una vida de bienestar, de crecimiento, de posibilidades, dado que cada vez es menos viable, las otras alternativas que no tomábamos en serio, o nos asustaban, o nos preocupaban, se han normalizado”.
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Futuro incierto
Aunque el futuro del género es incierto, los tumbados son una realidad para los jóvenes, especialmente en América.
Lila Donws, a quien le agrada el género más allá de las letras, considera que esto obedece a la falta de opciones sonoras: “Creo que ya estábamos hartos del reggaetón. Nos hacían falta sonidos más frescos, algo curado, bien chilo, como dicen en Sonora”.
Tal sentimiento lo comparte Fabián Rincón, productor de CHR records: “Está ocurriendo una renovación en la generación de artistas, compositores, intérpretes y productores de música regional. Aunque yo no creo que vaya a durar mucho”, apuesta.
Esta semana, 20 temas de Peso Pluma están el top 200 de Spotify México. Las canciones de él y Natanael Cano destacan en 27 países, incluidos, además de los mencionados, las Islas Caimán e Islandia.