Cuando fue elegido para ser Hamlet a los 24 años, Conor Madden pensó que su carrera en el escenario estaba a punto de despegar.
Pero un accidente durante una escena de lucha con espadas lo dejó gravemente herido. Nadie sabía si volvería a actuar alguna vez.
Un silencio penetrante llenó el teatro mientras Conor yacía en el piso del escenario. Su cuerpo estaba congelado. Sabía que estaba herido.
A pesar de su juventud, Conor había conseguido el papel principal en una producción moderna de Hamlet de Shakespeare, un rol que generalmente se entrega a actores consolidados, una década más viejos que él. Era un gran honor.
El elenco ya había interpretado la obra muchas veces, pero se acababan de mudar a un nuevo teatro en una ciudad diferente.
Conor recuerda el sonido metálico de una espada cayendo al suelo junto a él, y a un compañero actor preguntándole: "¿Estás bien?".
La audiencia de 800 personas se quedó quieta, suponiendo que la escena era parte de la obra.
Luego, el silencio fue roto por los pasos apresurados del director artístico de la compañía caminando en el escenario. Se disculpó con la audiencia y dijo que el espectáculo terminaba. Hubo una ronda de aplausos y cayó el telón.
Conor siempre había querido ser actor.
"Al inicio no sabía por qué quería hacerlo. Simplemente sabía que quería hacerlo", dice.
La mayoría de sus familiares trabajaba en profesiones manuales como la construcción y la pintura. Conor fue el primero de la familia en seguir una carrera creativa.
A los 15 años, consiguió un papel en una obra que recorrió Irlanda. Después de eso, estudió actuación durante tres años en el Trinity College de Dublín, donde desarrolló constantemente sus habilidades y ganó conexiones en toda la industria.
Y luego le ofrecieron el papel más prestigioso que pudo imaginar: Hamlet.
"Fue un gran desafío. Y lo disfruté y realmente lo esperaba con ansias", cuenta.
"Tiene el peso de la historia detrás, el hecho de que muchos actores famosos han interpretado a Hamlet a lo largo de los años. Ha construido y ha roto carreras, y ha roto actores", señala.
Durante cinco semanas, Conor ensayó y luego actuó en Dublín.
"Todo fue perfecto. Lo estaba pasando de maravilla. Al público le encantó, al resto del elenco le encantó, me encantó, todo fue genial", dice.
Luego se mudaron al Everyman Palace Theatre en Cork, la segunda ciudad más grande de Irlanda.
Aunque usaron la misma escenografía, el escenario era un poco más pequeño. Los actores tuvieron algo de tiempo para acostumbrarse, pero el ensayo técnico final tuvo que ser interrumpido poco antes de la última escena, en la que Hamlet queda mortalmente herido.
Dado el éxito de sus presentaciones anteriores, los actores se dirigieron al escenario con confianza, y todo salió bien hasta que se desenvainaron las espadas en los momentos finales de la obra.
Conor y otro actor se encontraron más cerca de lo normal el uno del otro. Demasiado cerca. Un estocada golpeó a Conor justo debajo del ojo.
Cuando retrocedió "fue como si alguien hubiera puesto el video de mi vida a cámara lenta", dice.
"De camino al piso, lo primero que pensé fue 'algo no está bien aquí'. El segundo pensamiento que tuve fue 'estamos totalmente solos cuando morimos'", recuerda.
La espada no atravesó el cráneo de Conor, pero fracturó el hueso orbital de su ojo y lo dejó incapaz de moverse.
"No podía pararme. No podía hablar. Realmente no podía moverme. Seguía diciendo '¡ambulancia!'", recuerda.
Conor fue llevado inmediatamente al hospital, pero los médicos tardaron un tiempo en determinar qué estaba mal. Después de tres días le diagnosticaron una lesión cerebral traumática.
Al principio tenía la impresión de que era un problema a corto plazo y que volvería al escenario en aproximadamente una semana.
Pero durante esa primera semana, la condición de Conor se deterioró. En poco tiempo, dejó de ser capaz de alimentarse, y su padre tuvo que cuidarlo.
"Tenía 24 años, estaba muy en forma, estaba acostumbrado a hacer todo por mí mismo, y de repente quedo en esta situación... Mi papá tenía que bañarme, fue realmente desagradable para un hombre joven. Fue muy frustrante", dice.
Le llevó siete meses volver a aprender a caminar y hablar.
"Recuerdo haberle dicho a uno de los terapeutas: 'Podía caminar hace un mes y ahora estoy en una silla de ruedas, eso es significativo para mí'", relata.
"Me sentía realmente mal. Me sentía realmente en el final. Simplemente me sentía como 'guau, esta es mi vida'", dice.
Pero la determinación de Conor valió la pena. Aunque su lesión cerebral tuvo efectos permanentes en su habla y movilidad, pudo regresar a trabajar después de un año.
Sin embargo, en las calles de Dublín, Conor experimentó dificultades para moverse.
Con su movilidad limitada, incluidos problemas de equilibrio y coordinación y doble visión permanente, se dio cuenta de lo abarrotada que estaba la ciudad y de lo accidentados y desiguales que eran los caminos. Usar el transporte público era extremadamente difícil.
Entonces, Conor y su esposa se mudaron a su ciudad natal, Newmarket on Fergus, en el condado de Clare, y él comenzó a viajar a Dublín por trabajo.
Pero incluso actuar no era ya como antes.
"Había muchos trabajos realmente estresantes, cosas que no disfrutaba hacer, y no sabía por qué no disfrutaba haciéndolas", dice.
"No podía explicarle a nadie lo que estaba pasando, no sabía qué estaba pasando. Pasé tres o cuatro años esperando que todo volviera a la normalidad y no fue así", señala.
Más tarde, Conor descubrió que estaba sufriendo estrés postraumático.
Experimentó una pérdida de identidad cuando resultó herido, dice, y su repentino regreso al trabajo lo dejó incapaz de procesar el trauma.
"No tuve tiempo de llorar", dice.
"Pasas un duelo por lo que eras. No me di cuenta de la gravedad de lo que había pasado. Y me llevó tres o cuatro años entender lo que significaba", reconoce.
Nueve años después, Conor todavía está asumiendo su lesión. Ha sido "traumático, literal y figuradamente", dice.
"Hay cosas que haces para acomodarte o para vivir con ello, pero no hay aspectos positivos. Todavía me duele; todavía extraño quién era", declara.
Es su pasión por la actuación lo que lo mantiene activo.
"Me encanta contar historias. Me encanta comunicarme con el público y compartir este tipo de extraña experiencia cuasi espiritual en un cuarto oscuro en el centro de Dublín", dice.
"Es para lo que me preparé y es lo que quiero hacer. Así que lo hago", afirma.
Para satisfacer sus necesidades, la compañía de teatro con la que Conor trabaja le permite tomar descansos regulares e imprime guiones para él en una letra más grande.
Desde el accidente, Conor ha interpretado al personaje de Hamlet en una obra de teatro llamada The Rehearsal, Playing the Dane.
En esta adaptación de la tragedia de Shakespeare, que ha realizado una gira internacional, tres actores audicionan para el papel de Hamlet en el escenario. La decisión se toma en el intervalo.
Conor le cuenta a la audiencia sobre su accidente, pero dice que a menudo les cuesta creer la historia.
"Nadie de la audiencia cree que es cierta. Es como si solo fuera un actor que habla sobre cómo no puede hacer lo que le gustaría hacer, en lugar de ser realmente un actor apuñalado en la cara mientras interpretaba a Hamlet", dice.
"Supongo que es una respuesta positiva, pero también es increíblemente dolorosa, porque realmente sucedió", lamenta.
Si hay una ventaja de tener una discapacidad invisible, dice Conor, es que lo ha convertido en una persona más compasiva.
"Me ha hecho pensar mucho más profundamente y con más cuidado en otras personas. Me ha hecho pensar: 'Si la gente no ve mi lesión, ¿entonces quizás yo no pueda ver la suya?'. No sé por lo que están pasando estas personas", dice.
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