Edith González tenía 44 años cuando la ficción la puso ante la muerte: “¿Estoy soñando o estoy muerta? Es eso. ¿Estoy muerta?”
En el capítulo final de la telenovela Doña Bárbara, el personaje de Edith se encuentra a la orilla del río Arauca, en donde un par de chamanes la tratan de convencer de que se suba a una canoa.
“Sonríe Barbarita, que todo va a estar bien”, le dice uno de los chamanes. Pero Doña Bárbara no quiere: “Ustedes están muertos”, les advierte con un aplomo que, estando ante la muerte, parecería difícil que alguien pudiera tener.
Parecería, porque en la vida real, Edith González lo tuvo para vencer al cáncer una primera vez.
Diez años después de aquella escena de Doña Bárbara, en abril de 2017, Edith se encontraba no en la orilla de Arauca ni frente a chamanes pero sí en la entrega de los premios Luminus ante la comunidad cinemtográfica. Ahí, con la cabeza rapada por las quimioterapias, declaró con certeza: “De salud todo bien, sólo tengo cáncer”.
Efectivamente, González estuvo enferma de cáncer de ovario pero logró superarlo y durante 2018 recuperó su ritmo de trabajo y regresó para actuar en Tres familias, que sería la telenovela que cierra una trayectoria que comenzó en 1971, cuando todavía era una niña y participó en Lucía sombra.
González nació el 10 de diciembre de 1964 en Monterrey, Nuevo León. Durante una visita al programa televisivo Siempre en domingo cuando tenía cinco años, fue elegida de entre el público para un papel.
Más tarde, se le ofreció el papel de Marisabel, una niña mimada en la telenovela Los ricos también lloran (1979) cuando tenía 15 años.
Pero suyo siempre fue lo salvaje: era dura contra el gobierno por la corrupción, criticaba a los partidos políticos por hipócritas y, por supuesto, a las propias mujeres por la falta de solidaridad entre ellas mismas. “Ni siquiera debería existir un Día de la Mujer”, declaró Edith González a EL UNIVERSAL en 2006.
Ese espíritu indomable explica que la telenovela que más encumbró a Edith fue Corazón salvaje, en la que interpretó Mónica de Altamira, una mujer adelantada a su tiempo que tiene la certeza de que puede decidir a quién amar.
En 2008, al cambiar de televisora, firmó con Telemundo para hacer Doña Bárbara, el clásico de Rómulo Gallegos. Con fuete en mano, González logró hacer un personaje apegado a la historia original, una mujer ambiciosa pero profundamente infeliz porque no es capaz de conseguir que un hombre la ame. Ahí fue donde enfrentó a la muerte en la ficción. Ayer la enfrentó en la realidad e igual que en la telenovela, aceptó subir a la canoa porque, como dicen los chamanes: “Usted no puede morir porque las leyendas como usted, mi doña, se quedan en el corazón de la gente”.