Con su Stradivarius y su Guarneri ha cruzado la frontera a la música pop, el rock, el metal y el jazz, pero David Garrett se da el gusto de vez en cuando de volver a sus raíces, a lo que llama “su hogar”: la música clásica.

El violinista alemán hace una pausa entre sus giras de crossover para dedicar una a las piezas que para él han sido icónicas en su vida; así, con su Iconic World Tour está de visita en México, donde ha pisado Monterrey, Guadalajara y anoche, la Ciudad de México, donde ofreció el primero de dos conciertos.

En la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, Garrett se hace acompañar de dos músicos: Franck van der Heijden en la guitarra y Rogier van Wegberg en el bajo; aparece a las 19:15 horas con “Sicilienne”.

Ante una audiencia entusiasta pero cautelosa en el recinto, celebra la versión de “Estrellita”, del compositor mexicano Manuel M. Ponce.

De entre sus fans, aflora alguna añoranza por su repertorio popular al ser cuestionado, en tarjetas que le van pasando al músico con preguntas escritas previamente de los asistentes: ¿Cuándo vienes a México con tus conciertos de crossover?

El músico aprovecha para hablar de sus planes: un disco este 2024 y una nueva gira en su país, Alemania, para el próximo año; quizá, un regreso a México para 2026.

La energía se va elevando, el tono de las preguntas también: ¿En qué hotel te estás hospedando? Risas.

Garrett retoma la música con “Melodie from Opera Orpheus”, de Christoph Willibald Gluck, casi contemporáneo de su Guarneri, dice, y “Tempo di minueto” de Pugnani; de Vivaldi elige “Winter” (Four Seasons) y más tarde “Summer”, y de Fritz Kreisler, “Danny Boy” (Londonderry Air).

“Kreisler es uno de mis compositores favoritos. Me motivó e inspiró a buscar mi propio camino”.

En un escenario austero, veladoras y los músicos vestidos de negro, Garrett rompe de vez en cuando con la formalidad y descarta una tras otra preguntas que no desea contestar, pero deja una: ¿Qué shampoo usas?

“El que sea que esté del hotel está bien”.

Con el público totalmente de su lado, entusiasmado, de pie y lanzando algunos “I love you” que resuenan en el silencio, el músico David Garrett sonríe, se sorprende, agradece el comentario y vuelve al violín. Foto: Nora Marín/El Universal.
Con el público totalmente de su lado, entusiasmado, de pie y lanzando algunos “I love you” que resuenan en el silencio, el músico David Garrett sonríe, se sorprende, agradece el comentario y vuelve al violín. Foto: Nora Marín/El Universal.

No puede faltar Mozart, de quien interpreta “Alla turca” y continúa con piezas de Robert Schumann “Dream” para cerrar el bloque con “Ave María” de Schubert, que emociona a los presentes y provoca el “play” en los celulares.

Regresan las preguntas: ¿De dónde sacas la energía y el positivismo?
“No siempre estás en el ‘mood’ positivo”, reconoce. “Cuando llegamos a México, dimos un concierto a las 9 de la noche en Monterrey; eran las 4 de la mañana en Berlín, traes el jetlag… No pude dormir, es difícil, pero trato de disfrutar una buena comida, de relajarme y mostrar la mejor actitud ante ustedes, que no se vea el jetlag ni el cansancio”.

Con el público totalmente de su lado, entusiasmado, de pie y lanzando algunos “I love you” que resuenan en el silencio, el músico sonríe, se sorprende, agradece el comentario y vuelve al violín con melodías como “Asturias”, “Tico Tico” y “Furious” que, confiesa, le roba toda la energía.

Se despide, pero no tarda en regresar para rematar la oleada de aplausos, luego de casi dos horas y 22 melodías, y desaparecer finalmente con “Bella ciao”.

rad

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