Para Daniel Giménez Cacho el aceptar dirigir la puesta en escena "El hijo de puta del sombrero", no sólo le brinda la oportunidad de abordar una historia luminosa y con mucho humor pese a la temática, también le permite por primera vez trabajar con su hijo Lucio Giménez Cacho Goded y reencontrarse como padre e hijo.
“La posibilidad de dirigir a mi hijo fue un gran gancho para que yo aceptara, porque es un gran camino de encuentro con él, no el plano doméstico sino profesional, conocerlo bien porque el teatro es una lupa gigante donde puedes ver de las personas lo que son, lo que creen que son, lo que esconden y lo que escogieron mostrarnos, pero esto también es ida y vuelta”, dijo la estrella de la película "Bardo".
Aunque aseguró que esta experiencia de tener a Lucio en el escenario mientras lo dirige ha sido una experiencia hermosa, también les ha estado ayudando a sanar heridas que se formaron a lo largo de la vida como dos adultos que son.
“Como padre siempre vas a tener la culpa, hagas lo hagas, o seas la mejor persona, siempre vas a generar un trauma, por ejemplo yo he tenido mis temas con el alcohol muy fuerte, pero ya voy a cumplir tres años que dije ya, porque en verdad era un problema, digamos que era un alcohólico funcional, funcionaba bien pero se me desataba mucha furia, entonces creo que por esa manera desmedida de beber he de haber generado dolores en la familia, sé cuáles porque por fortuna en mi casa se ha hablado todo se frente”.
Es por eso que esta obra les viene como anillo al dedo a ambos, ya que cuenta la historia de Jackie (Lucio Giménez Cacho) un exalcohólico y exdrogadicto, que al salir de la cárcel termina con su pareja de toda la vida y se va a vivir con Rafa (Francisco Rubio), quien es su padrino durante su desintoxicación, pero descubrirá que la gente no es tan buena como dice ser.
“Mientras preparaba este papel y hacia investigación, tome la decisión de anexarme un mes en una clínica en Morelia, para entender porqué pasan estas cosas, porqué se llegan a estas adicciones tan fuerte, porqué se llega a abandonar tu persona por una sustancia, pero el consumo es sólo la punta del iceberg, porque esto viene por heridas del alma y que conforme crecemos las tapamos para sobrevivir; todo ese proceso que viví me ayudó a entender que todos estamos lastimados y con heridas a trabajar”, dijo Lucio Giménez Cacho sobre esta obra que estrena el 3 de noviembre en el Foro Shakespeare.
Lucio aceptó que no ha sido sencillo dejarse dirigir por su padre, pero agradece haber tenido esa experiencia del anexo antes de comenzar ensayos, porque la abrió la perspectiva y sí ha sanado cosas con famoso progenitor.
En esta puesta en escena escrita por el estadounidense Stephen Adly Guirguis, donde además actúan Rodrigo Virago, Ximena González Rubio, Lakshmi Picaso y Luis Vegas, tiene un mensaje profundo que le dice al público que todos están rotos de alguna forma, pero es bello ver cómo se logra reconstruirse; un mensaje que su director considera no podía llegar de mejor manera al público que en el teatro, porque aunque Giménez Cacho se ha desarrollado tanto en el ámbito del cine como del teatro, ambos grandes pasiones para él, definitivamente han sido las tablas de un escenario las que han sido más determinantes en su carrera.
“Tengo recuerdo más intensos del teatro que del cine, hay algo vivo en este ritual y en la energía que se mueve en él que es único, aquí los mensajes son menos verbalizados, son experiencias de vida y éstas llegan a lo más profundo, el teatro es muy eficaz para mandar mensajes al alma”.
Para el director más que la temática lo que más le gustó de esta obra son los personajes, los cuales están luchando por sobrevivir, tal y cómo sucede en la realidad, donde la gente además quiere ser es escuchada y amada.
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