El teatro tiene el poder de transformar, de no dejar a nadie indiferente ante lo que sucede en el escenario, y los actores no son la excepción, sobre todo cuando la historia que cuentan es la propia, tal y como sucede en la puesta en escena Palabras rendidas.
“Es complicado, primero es tener el valor suficiente de pararte y contárselo a gente extraña, con la que a lo mejor no te sientes en confianza, pero también es buscar esta oportunidad de sanarlo, de enseñarle al otro que todos como seres humanos pasamos por los mismos procesos y circunstancias”, expresó la actriz Sally Lessig.
A ella junto a las actices, Marisa de Alba, Natasha Cubría, Sandra Coria y Wânia Rangel, se les desafío a escribir sobre aquello que tuvo un impacto en su vida o que no se atrevieran a confesar, además a ser ellas mismas quienes lo interpretaran en el escenario.
“Es como una olla de presión que vas llenando, llega un momento en que ya no puedes con tanto, pero se nos presenta la oportunidad de gritar al mundo y decir: esto es lo que soy y gracias a esto que viví soy el ser humano que ahora está frente a ti”, expresó Sally.
Temas como la maternidad, crecer, el dejar ir, el miedo a la soledad, la desilusión, entre otros, forman parte de Palabras rendidas, donde se entrelazan las historias de estas mujeres que, aunque parecen inconexas, tienen una verdad en común, que es la fragilidad de la naturaleza humana.
La obra comenzará temporada el 8 de marzo en El Círculo Teatral, con las actuaciones de Ana Belén Lander interpretando la historia de Natasha Cubría, Sally Lessig, Sandra Coria, Wânia Rangel y Marisa de Alba, quien alterna con Fernanda F. Valenzuela.
Para Fernanda Valenzuela el que esta puesta comience temporada justo el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, le da un signficado especial a lo que ellas proponen en el escenario, porque también es un homenaje a la fuerza femenina, sin dejar de lado lo masculino.
“Muchas veces nuestro crecimiento vino a partir de vivencias con ellos”, dijo Valenzuela.
“También en marzo se celebra el Día Internacional del Teatro y hay que reflexionar que en el pasado las mujeres no podíamos formar parte de él, pero ahora podemos tomar esos lugares que nos corresponden”, señaló Ana Belén Lander.
En cada una de estas historias Fernanda considera que el público encontrará con qué identificarse, un claro ejemplo de esto es ella, porque no tuvo la oportunidad de escribir su historia, pero sí la de contar la de Marisa de Alba, en la cual desmitifica la maternidad y la pone en su justo lugar, que no siempre es idílico y de color rosa.
“Me considero de las primeras espectadoras de la obra, porque a mí cuando me la ofrecieron la conocí en una lectura y sentí que era para mí, eso me hace pensar que a todos nos pasa, que nadie se va a sentir ajeno, porque al final el dolor viene del mismo lugar que la risa, y conectar con ellas nos hace sanar, pensar”, señaló Valenzuela.
Una de las historias más fuertes que hay en esta obra, es la de Sandra Coria, quien en su juventud vivió una relación toxica que la llevó a vivir violencia de género a muchos niveles, por lo que cada vez que lo revive termina desgastada.
“Se vuelve pesado levantarse a contar lo que viví, porque lo guarde por mucho tiempo y la primera vez que lo dije fue en un escenario, así se enteró mi familia y mis amigos, porque no supe decirlo de otra forma, tal vez porque me daba vergüenza, porque sentía que fui débil para escapar antes o luchar de otra forma”, dijo.
Sandra no quiere que el mensaje se quede en lo que ella vivió, sino que la gente reflexione sobre la violencia que se vive en el mundo.
Wânia Rangel señaló que el director Eduardo Saíd ha sido muy generoso al momento de acompañarlas en el proceso de montaje, las ha escuchado con respeto y humanidad, lo que les ha permitido ver las cosas de otra manera y no quedarse en el papel de víctimas.