En 2017, Carlos Muñoz Portal buscaba un lugar ideal para rodar la serie Narcos, aunque encontró el peor sitio, uno que le llevó a la muerte.
Era asistente de producción freelance en la cuarta temporada de la serie de Netflix, que entonces abordaría la vida de Amado Carrillo Fuentes, “El señor de los cielos”, antiguo líder del Cártel de Juárez.
Muñoz le dijo a un amigo que tomaría fotografías en Temascalapa, una zona rural del Estado de México. Fue hallado días después dentro de su auto en un camino de terracería que ni siquiera tiene nombre, ubicado en la comunidad de San Bartolo Actopan. Había recibido varios impactos por arma de fuego.
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Filmar en México no es siempre seguro, antes de elegir un sitio para rodar deben tomarse consideraciones, como que hay ciudades prohibidas por ser territorio del crimen organizado y otras con “halcones” —personas que se alertan ante la llegada de desconocidos—.
Algunas veces la solución es, de plano, negociar con los líderes. La industria audiovisual en México ha tenido que adaptarse a la inseguridad del país.
“Es un país caliente, hemos sufrido bajas precisamente de compañeros que han sido asesinados y eso ha puesto foco rojo para todos”, asegura Horacio Rodríguez, presidente de la asociación Gerentes de Locaciones México SC.
Los gerentes de locaciones son la avanzada de cualquier producción, ellos allanan el camino dialogando con autoridades y acordando con la comunidad, para filmar o grabar en el lugar seleccionado.
A veces no es suficiente, en algunos casos deben lidiar directamente con el crimen, pagar la suma que les piden o simplemente retirarse.
Nadie está exento: cuando Alejandro González Iñárritu buscaba locaciones en San Luis Potosí para su nuevo filme, lo abordaron hombres armados que le pidieron retirarse; durante el scouting de ROMA de Alfonso Cuarón en Tabasco, la producción se puso alerta por unos disparos a la distancia, aunque no pasó a más.
“De tres o cuatro años a la fecha hay mucha inversión extranjera principalmente de series de televisión, y para ellos es fácil decir que vayamos a Reynosa porque eso dice la trama, pero nuestra responsabilidad es marcar esos espacios (rojos). Desafortunadamente cada vez hay más entidades así”, indica Rodríguez, responsable de locaciones en filmes como La leyenda del Zorro y El infierno.
El productor Avelino Rodríguez sabe de eso, dice que en ciertas zonas no hay seguridad para proteger a una producción, así que desde hace tiempo él y sus colegas han contratado a exmilitares con grado la misión de protocolos y evaluaciones de riesgo para poder valorar una locación
Las Comisiones de Filmaciones locales también suelen ser fundamentales, refiere Rubén Figueroa, gerente de locaciones en 007 Spectre y No manches Frida, pues ayudan a establecer seguridad, pero hay sitios, como en Tlayacapan, en Morelos, donde si el sacerdote local no lo aprueba, no se puede filmar, así haya permisos.
La inseguridad también ha vuelto paranoica a la gente. Alejandro Lira fue a tomar fotos a la Zona Rosa de la capital para un comercial y, coincidentemente, fue a tres lugares donde también lo hizo una mujer quien pensó que la iban a secuestrar y avisó a la policía. Pasó casi un día en la alcaldía Cuauhtémoc aclarando el asunto.
“En Juchitepec (Estado de México), por ejemplo, te tienen monitoreado: se llega con las autoridades a presentar el proyecto y de pronto la policía dice que ya les informaron. Siempre hay que llegar con las autoridades, más ahora que se escucha de linchamientos”, comenta.
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Hay sitios prohibidos como Tamaulipas, en su totalidad, y Lázaro Cárdenas, en Michoacán, que no se contemplan ante la inseguridad; en las Lagunas de Zempoala, Estado de México, hay varios relatos de producción sobre secuestros exprés.
La Ciudad de México es el sitio más común para rodajes, pero no está exenta de inseguridad, de hecho, cada vez es más común la extorsión.
En la capital se autorizan más de 30 permisos diarios para producciones audiovisuales y hay ciertos lugares, dice Figueroa, donde gente ha llegado a identificarse como integrantes de la Unión Tepito pidiendo 20 mil pesos o no permiten filmar. “Uno no sabía si eran o no, pero para qué tomar el riesgo”.
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