Había una vez una ciudad sin pandemia, sin 8 mil 600 muertos a causa del Covid-19 .
Había una vez una ciudad que, en cambio, tenía aplausos y guarapetas a medianoche en el Foro Sol. Tenía bailes irresistibles de María León en el Teatro Metropólitan, y lunas madrileñas envueltas en aire, oxígeno, nitrógeno y argón.
Había una vez una ciudad en la que era posible ser feliz por un par de horas en las noches.
Ya no existe. Se llamó Ciudad de México y desapareció el 16 de marzo, día en que terminó el Festival Vive Latino y comenzaron a cerrar los teatros y foros.
Días después bajaron el switch museos y cines. Hoy se cumplen 140 días sin entretenimiento.
El encierro dejó al público sin películas, conciertos ni obras en vivo pero también ha afectado a los protagonistas del show.
Desde mediados de marzo, por culpa de la pandemia, le bajaron el switch a la Ciudad de México.
Los teatros y foros llevan 140 días cerrados, algo que nunca le había pasado a la capital. Con la influenza el cierre fue de un mes; con el terremoto de 2017, un par de semanas.
Actores, cantantes y productores narran cómo recuerdan la vida antes del coronavirus y hacen una crónica de cómo han sufrido la cuarentena.
"Lo único que quiero es sobrevivir a la pandemia", dice Armando Palomas, el músico que cerró la Carpa Doritos del Vive Latino, el último festival que se realizó en México antes de la epidemia.
"Extraño cuando la gente me decía 'gracias' incluso antes de ver la obra", dice César Bono, quien lleva 19 años haciendo el monólogo "Defendiendo al Cavernícola!.
Belinda lo que extraña es la luna, esa luna que aparecía en uno de los números musicales de "Hoy no me puedo levantar", la obra que estaba haciendo antes del aislamiento. Para Yahir, protagonista de ese mismo montaje, lo que le viene a la memoria es otra escena: la de la canción "Aire".
Son ellos, los protagonistas de las noches, los que recuerdan cómo era ser felices antes del coronavirus.
Al declararse la cuarentena se cancelaron los espectáculos "Champions of Magic" y "Jesucristo Superestrella", producciones de Alejandro Gou.
Es un teatro que surgió en los 80 como Televiteatros, pero fue derrumbado por el terremoto del 85. Lo levantaron de sus escombros en 1996.
Foto: Adriana Hernández / EL UNIVERSAL
“¡Imagínate, tengo un helicóptero que no ha podido volar desde hace cuatro meses!”, exclama Alex Gou . De vez en cuando, el productor se asoma a verlo. No está en un helipuerto, sino en el escenario del Centro Teatral 1. Es parte del espectáculo "Champions of Magic", que se pospuso por la pandemia.
“Para cuando se anunció el cierre de los teatros, yo ya había traído toda la escenografía”, dice Gou. Y no era poca cosa, tan solo el helicóptero ocupó un contenedor que llegó por tierra desde Canadá.
El productor cree que mientras haya fe existe la posibilidad de que ese helicóptero pueda volar algún día.
Gou es un productor que maneja el Centro Teatral 1, el Centro Teatral 2 y el Teatro Aldama; es decir unas 4 mil 100 butacas. Y ahora, nada. O sí, sí queda algo: el helicóptero que se iba a usar en el "Champions of Magic".
“Yo he hecho teatro toda mi vida pero ahora entro a los foros y… bueno. Hay días en que subo al escenario, miro las butacas vacías y siento la enorme tristeza de cuatro meses de silencio”.
Efectivamente, el helicóptero permanece inmóvil e inútil en el fondo izquierdo del escenario del Teatro 1, donde la butaquería es de dos pisos. Pararse en el proscencio y mirar hacia arriba es, como dice Gou, desolador.
Se puede decir, además, que ni siquiera a Jesucristo se la ha concedido el milagro de volver. La producción "Jesucristo Superestrella" , también de Gou, estaba anunciada para regresar en marzo. “Nos quedamos con un montón de proyectos”, dice el productor, quien, sin embargo, mantiene la fe.
“Si hemos desarrollado protocolos para que la gente pueda viajar en un avión, podremos hacerlo para que venga al teatro. No vamos a rendirnos”.
Al cerrarse el teatro, se presentaba la última temporada de "Hoy no me puedo levantar". Quedaron pendientes unas 20 funciones, la escenografía quedó montada en el escenario
Foto: Adriana Hernández/EL UNIVERSAL
La historia de Rogelio Suárez en "Hoy no me puedo levantar" comenzó en una boda hace 15 años. Nacho Cano, fundador de Mecano y creador del musical, lo descubrió y visualizó como “El Chakas”, uno de los personajes que le faltaban para el montaje de 2006. Desde entonces, Suárez ha estado en cada una de las temporadas y, en la más reciente, llegó al puesto de director asociado. Entonces, la pandemia sucedió.
“He vivido de todo con este musical, pero esta suspensión de cuatro meses ha sido lo más difícil porque es por culpa de algo sobre lo que no tenemos control; aunque quisiéramos, no podríamos volver y la verdad es que he comenzado a extrañarlo”.
Belinda
no lleva tanto tiempo ligada al musical (apenas entró en 2019), pero también extraña la oscuridad de la noche en Madrid, cuando estaba entre la bruma y miraba a la Luna para cantarle: “Dime luna de plata / qué pretendes hacer / con un niño de piel”. Lo extraña porque lo hacía cada fin de semana; y no una vez, sino cinco veces.
Para las noches en la capital española no necesitaba viajar a España, sino al Centro Teatral 2, en donde protagonizaba el musical "Hoy no me puedo levantar". En ese montaje interpretaba "Hijo de la luna" entre la bruma madrileña.
Yahir
, por su parte, lo que extraña es “Aire”, que era su momento estelar. La cuarentena tomó a los cantantes y actores a la mitad de la temporada final del musical.
Por cuatro meses, ellos han estado en su casa mientras el Madrid inventado (y reinventado) en el escenario del teatro permanece vacío.
Sólo la memoria los puede llevar de vuelta a esa fantasía imaginada por Nacho Cano hace ya 15 años. Dice Belinda, por ejemplo: “En esta cuarentena nunca había visto tantas veces la Luna. Me he fijado que tiene un brillo diferente, algo especial. Y definitivamente la canción 'Hijo de la luna', ese momento cuando estoy en el escenario en la oscuridad, con la luna y el humo, es uno de los momentos que más extraño”.
Para Yahir, que interpreta a Mario, otro elemento de la naturaleza rebota en su memoria en estos meses de aislamiento. “La canción de 'Aire' me encanta. Creo que es ahí donde la banda revienta y todo mundo se vuelve estrellas”.
En ambos, el deseo es evidente: que cuando la pandemia se acabe y puedan volver al teatro, la Luna y el aire los estarán esperando.
Foto: Cortesía
El primer concierto cancelado fue Rodrigo y Gabriel el 18 de marzo. Cuatro conciertos fueron pospuestos, incluyendo a María León el 21 de marzo. El Metropólitan fue construido para ser cine, pero es foro de conciertos desde 1996. Se ubica en Independencia 90, Centro Histórico.
Foto: Adriana Hernández/EL UNIVERSAL
Ironías de la vida: la gira de María León se llamaba inquebrantable… y se quebró por la cuarentena, pero se quebraron los conciertos, no la cantante.
“El baile es sanador y mi cuerpo lo pide. No puedo dejar de hacerlo”
Ahora la intérprete baila sola, pero es obvio que quisiera hacerlo junto con 3 mil 165 personas. Baila en su casa, cuando debería estar rodeada por los capiteles de 23 kilates que rematan las columnas de mármol natural y granito del Teatro Metropólitan.
Peor aún: no se sabe cuándo podrá hacerlo. La gira "Inquebrantable" de la cantante y bailarina está en pausa por el coronavirus.
Antes de la pandemia, a la mitad de la calle Independencia, había siempre un pequeño pero constante grupo de personas que se formaban para comprar boletos de los espectáculos del Teatro Metropólitan, edificio art decó que, arquitectónicamente, hace espejo de estilo con el Museo de Arte Popular, ubicado en la contraesquina. Juntos, estos edificios son dos de los más grandes ejemplos en pie de ese movimiento artístico de las primeras décadas del siglo XX en el Centro Histórico (el Frontón México y La Lotería Nacional completan el panorama del art decó en esa zona de la ciudad).
Desde que se dictó el aislamiento por el coronavirus, esta parte de la calle en la Ciudad de México está vacía. Los aparadores gigantes del Metropólitan tienen el anuncio de dos conciertos de Jorge Muñiz con fecha de mayo de 2021.
Ese futuro lejano es el que tiene a María León en la incertidumbre. “Tenía planes de presentarme el 21 de marzo en el Metropólitan, pero lo pospusieron para julio… y luego para el 10 de octubre… ahora la verdad es que no sabemos qué sucederá. Lo más probable es que se vuelva a cancelar”.
Construido como cine majestuoso, este teatro cayó en el abandono y luego fue rescatado como sala de conciertos con un aforo ideal para presentaciones de mediano formato. Incluso artistas que tienen el tamaño para llenar un Auditorio Nacional (10 mil personas) prefieren a veces la intimidad del Metropólitan, cuya decoración del foyer y escalinatas se hizo a imagen y semejanza del “estilo francés del siglo XVIII”, según se describe en la revista Arquitectura y Decoración, de 1937.
¿Quién no quisiera bailar ahí? María León sí.
Mientras llega el día de bailar y cantar ahí, María León practica.
Se asegura, además, que cuando finalmente pueda pisar el Metropólitan, la espera de los fans haya valido la pena.
Se cancelaron las funciones del musical "Sugar" desde el 17 de marzo. El teatro fue inaugurado en 1954 con la puesta “Yo, Colón”, protagonizada por Cantinflas . La fachada tiene un mural de Diego Rivera, quien trabajo con una base de losas de mosaicos de vidrio.
Cassandra Ciangherotti
miraba a los ojos a Arah de la Torre y luego a Ariel Miramontes y en ese momento sabía que todo saldría bien. Cada función de Sugar era una aventura de la que salía no cansada sino con una dosis suficiente para mantenerla feliz el resto de la semana.
“Han sido cuatro meses sin estar con ellos y con todo el elenco de la obra. Todos son entrañables para mí y lo que quisiera es tenerlos de nuevo junto a mí en el teatro”.
Algo similar le pasa a Ariel Miramontes, que no tiene enfrente a Arath de la Torre para levantar una oración juntos. No lo puede ver a los ojos para conectarse y salir a escena. “Y al no tenerlo, es como si me faltara una energía, una endorfina que se produce entre los actores cuando empieza una función”, dice Ariel.
“Lo entiendo –replica Arath -porque también me pasa. Con esta cuarentena estoy como león enjaulado… necesito de esa misma adrenalina”.
Miramontes y De la Torre no se ven desde la tercera semana de marzo, el mes en que se suspendieron las funciones de "Sugar" en el Teatro de los Insurgentes, en donde eran protagonistas.
-Y pensar que ese era mi primer musical, algo histórico en mi carrera –dice Ariel
-Histórico para todos –coincide Arath –porque es un teatro que fue inaugurado por Cantinflas y tiene el mural de Diego Rivera en la fachada… nos ha marcado a todos porque aquí nos tocó la pandemia.
Estas reflexiones las hacen por separado. No es una conversación entre ellos pero así lo parece porque es evidente que desarrollaron una peculiar empatía durante los cuatro meses en los que compartieron ese foro. Así que son entrevistas por separado, pero coinciden en respuestas, emociones y sensaciones .
Recuerda Ariel: “Cuando me colocaba en la pierna del teatro (así se llama a los costados del escenario) para salir a escena, siempre buscaba la mirada de Arath para reconocerme en él, entregarle la obra, que es algo que hacemos siempre los actores”.
Cassandra, el tercer vértice de este triángulo, tiene la misma sensación de que algo le falta. “Esa energía que se siente al abrirse el telón y ver al público es un recuerdo que se hace cada vez más entrañable ahora que estamos en aislamiento”.
Arath lo define así: “Es como una endorfina que necesita el cerebro. Y que como hoy no la tenemos, tenemos que desfogarnos… yo, por ejemplo, trato de encaminar esa adicción jugando tenis, haciendo bicicleta, escribiendo todo lo que puedo porque si no, te vueles loco.
Dice que eso explica la tristeza y desolación que los invade. “Estamos muy desesperados”.
“Porque esa energía te da felicidad y al no tenerla de repente, te provoca mucha desesperación”, remata Miramontes.
Tanto Arath como Ariel y Cassandra comparten el deseo de volver a ese edificio del Insurgentes. Quieren que se acabe la cuarentena para que puedan volver a tenerse uno frente al otro. Que se acabe la pandemia para mirarse a los ojos. Que se acabe el coronavirus para tomarse de las manos… y salir a dar otra función de "Sugar".
Foto: Especial
La primera cancelación fue de Tame Impala , el 19 de marzo. El Vive Latino fue el último show antes de la pandemia. La historia del levantamiento del Foro Sol tiene en su anecdotario que comenzó como una estructura tubular que el arquitecto Moyao levantó para el concierto de Madonna . Justo el día del concierto, Moyao hizo la última prueba de cargo con unos mil policías en las gradas improvisadas.
“Yo llegué al Foro Sol ese día como si nada, como siempre. Me tomé unos tragos, tocamos de lo más chido y nos pusimos una guarapeta fenomenal … Fíjate, sin saberlo, aquel día fue el último… después de 27 años de hacer siempre lo mismo, aquel día fue el último y yo no lo sabía”.
Fue cerca de la medianoche del 15 de marzo. Armando Palomas gritó “¡Que viva la revolución, locos!”. Unas 20 mil voces le respondieron: “¡Que viva!”. Al fondo se escuchaba la mezcla electrónica de Nortec y un poco también el corrido norteño de Los Tucanes de Tijuana (“bailemos con el tuca / bailemos con el nazo…").
Ese fue el final del Vive Latino 2020. Y de muchas otras cosas, como dice Palomas, quien ese día fue el último cantante en subir a la tarima de la Carpa Doritos en el Foro Sol.
“Vamos a pasar a la historia, fíjate bien, porque fuimos el último festival del mundo en realizarse antes de la pandemia. Todos los demás ya se habían cancelado. Después del VL ya no hubo más música de festivales en ningún lugar”.
La resaca de aquella guarapeta ha sido la más larga. No solo en la vida de Palomas, sino para el Foro Sol. “Después del Vive Latino, yo tenía planeado presentar mi nuevo disco en el Lunario en julio, pero de pronto ya no fue posible… Este maldito virus vino a ponernos a todos en cuarentena”.
Cuando salieron del Vive Latino, ya en la madrugada del 16 de marzo, Palomas, Tucanes y Nortec cerraron el Foro Sol para un periodo de silencio que se mantiene hasta hoy.
“¡Cuidado! Zona de alto contagio”, se lee en las mantas que cuelgan de las puertas del Deportivo Magdalena Mixhuca , en cuyo interior está el Foro Sol, el escenario para conciertos más grande en la Ciudad de México y que surgió de la imaginación del arquitecto José Moyao. Porque donde hoy se cuenta la historia de los conciertos de Paul McCartney, Rolling Stones, Madonna, Café Tacvba y muchos otros, en la década de los 90 sólo existían ajolotes que nadaban en campos de futbol abandonados y anegados.
Moyao vio en la curva aperaltada del Autódromo Hermanos Rodríguez , lo mismo que los griegos vieron en las montañas: una elevación ideal para colocar gradas de un gran foro. Y en medio había unas porterías desperdigadas donde nadie pateaba balones.
Del 10 de noviembre de 1993 (cuando sucedió el primer concierto de Madonna) hasta el 15 de marzo de 2020, cuando Palomas y compañía cerraron el Vive Latino, el Foro Sol se mantuvo activo de manera constante.
En una curiosa coincidencia, el año de 1993 es el mismo en que comienza la carrera de Armando. O como él dice: “27 años de hacer siempre lo mismo, cada fin de semana: subirme a una camioneta, llevar los instrumentos, estar en el escenario, tocar, tomarme unos tequilas y salir para buscar el after”.
Por eso tiene claro que lo primero que va a hacer cuando termine la cuarentena es volver a girar para convencerse de que aquel 15 de marzo fue el último pero que no representó el fin, sino el comienzo de una nueva etapa. “Quiero que llegue ese día, fíjate, para gritar: ¡sobrevivimos! Eso quiero, sobrevivir”.
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"Defendiendo al cavernícola"
se presentaba al declararse la pandemia. El teatro se ubica dentro del Centro Cultural San Ángel. Antes de centro cultural, el edificio fue Palacio Municipal en el siglo XIX y sede de la delegación Álvaro Obregón hacia la mitad del siglo XX.
Este cavernícola sobrevivió a la pandemia de 2009. Sobrevivió a un infarto. Sobrevivió a un terremoto. Así que César Bono mantiene una fe: que sobrevivirá al coronavirus.
El actor ha representado desde hace 19 años este monólogo. Cuando sucedió la influenza de 2009 y se cerraron los teatros, decidió irse de vacaciones pensando que era el final de la obra. El productor Morris Gilbert lo llamó para decirle que lo necesitaban, que las obras retomarían funciones. “No fue el final sino una pausa en la vida del cavernícola”, recuerda Bono.
En la actual contingencia espera que esa llamada se repita: “Hablé con Morris para preguntarle si ahora sí podía irme de vacaciones permanentes. Me contestó que el cavernícola sigue vivo y regresará cuando termine la cuarentena”.
Antes del Covid-19 , los viernes eran para César Bono días de llegar al teatro Ignacio López Tarso. Bajaba de su auto y entraba a pie al teatro. Siempre, invariablemente, había alguien que lo detenía para decirle “gracias”.
-¿Gracias de qué? -les preguntaba Bono
-Por la función que nos va a dar
-Y usted cómo sabe que va a ser una buena función, ¿qué tal si me enfermo del estómago y me da una diarrea?
A cuatro meses de que ya no escucha ese “gracias”, César no halla mejor forma de describir este momento que con un verso de Rubén Blades . “Como canta en Pedro Navajas: la vida te da sorpresas / sorpresas te da la vida. Y esta fue una sorpresa enorme, ¿quién nos iba a decir que estaríamos tantos días encerrados”.
El teatro López Tarso está dentro del Centro Cultural San Ángel, edificio del siglo XIX que ha sido Palacio Municipal y Delegación de la Álvaro Obregón. En 1988 comienza a operar como centro cultural y ahí llegó César Bono para interpretar "Defendiendo al cavernícola".
Bono, quien acaba de cumplir 70 años, espera que la emergencia por el Covid-19 tenga el mismo final que la influenza. “Aquella vez (en 2009) estuvimos parados un mes pero regresamos. Ahora creo que va a ser igual: deseo que otra vez los viernes sean de ir al teatro y escuchar la palabra 'gracias'”.
130 funciones se han dejado de dar del musical "Chicago". El teatro está seis pisos debajo del nivel de calle. En el video oficial del teatro se le presenta como “un concepto basado en las terrazas y plataformas que usaba la cultura mexica".
Aquel jueves, María León llegó al Teatro Telcel con la incertidumbre de una pandemia en ciernes. “Las noticias eran confusas. No sabíamos si se iban a cancelar las funciones. La autoridad no tomaba una decisión y nosotros quedamos a la deriva”, recuerda María sobre aquella tercera semana de marzo en la que el coronavirus comenzó a generar el cierre de los espacios de reuniones masivas.
El Telcel es el teatro más nuevo, sofisticado y moderno de la ciudad de México. Enterrado seis niveles por debajo del suelo, es un diseño del arquitecto José Moyao. O mejor dicho fue Moyao quien rescató el proyecto, ya que un primer diseño lo había dejado sin la altura suficiente para dar visibilidad completa a los espectadores.
Ubicado dentro del complejo Plaza Carso (que incluye el Museo Soumaya y el Acuario Inbursa) el teatro se convertía en un eficiente hormiguero con cada función de los musicales que se han presentado: de "Los Miserables" hasta "Chicago", la obra en la que actuaba María León justo cuando se decretó la cuarentena. Era una culminación de su carrera protagonizar esta obra que cuenta la historia de gángsters que viven entre la pasión y los excesos.
“Aunque en realidad fue una decisión más bien del gremio teatral al ver la situación. Decidimos que era mejor bajar el telón que arriesgarnos y arriesgar al público”.
41 shows han sido cancelados o pospuestos desde el 14 de marzo hasta el 15 de noviembre. Fue inaugurado como Auditorio Municipal para eventos hípicos; hoy es Centro de Arte y Cultura.
Foto: Archivo EL UNIVERSAL
Del Auditorio Nacional añoro, sobre todo, los sábados a mediodía cuando hay ópera en vivo desde el Met de Nueva York: la pantalla gigante donde la ficción es más verdadera que la realidad.
No sé cómo se llaman quienes entran y salen del metro Auditorio ni conozco sus vidas. En cambio, sé que Turandot mandó al patíbulo a 26 pretendientes; que Calàf responde correctamente a los tres enigmas que le salvan la vida y le dan acceso al amor de una princesa china “que es como el hielo pero quema”. Puccini está vivo, igual que Verdi, Mozart, Bizet, Rossini y hasta Wagner.
Un bocado de magdalena y un sorbo de té disparan recuerdos involuntarios marca Proust. Escucho otra vez en su reducto a un cantante excepcional apodado El Sol, a quien le gusta posar para sus fans y la eternidad. También al Flaco andaluz y al Nano catalán, cuyas letras reflejan vidas bien vividas; el requinto sublime de Knopfler, la prodigiosa voz de Plant, el funk añejo de Brown y, por qué negarlo, Thalía cayéndose de guapa mientras canta “Hoy ten miedo de mí”.
Inmune a los gustos culposos coreo “Cómo te voy a olvidar” acompañado de Los Ángeles Azules. Revisito al Nobel Dylan en un Paseo de la Reforma convertido en la Autopista 61, y también diviso a Juanga con su genialidad intacta y unas lentejuelas capaces de destituir, desde el más allá, a un funcionario snob.
Creo ver de nuevo al fallecido vigilante Joaquín Franco, quien saludaba a todo mundo con un alegre “buenas noches, jefe”.
Con una genuflexión me alejo de la catedral del espectáculo en México y le pregunto: “Dime cuándo tú vas a volver”. Luego me santiguo frente al Lunario, capilla del National Theatre de Londres, Manzanero, Tania, Coque, Gian Marco, Luis Enrique y Amaury. El sitio donde una noche la Zabaleta se sentó en mis piernas y me ordenó: “¡Bésame mucho, cabrón!”.
(Fernando Figueroa es autor del libro "El mejor oficio del mundo. 60 entrevistas", y colaborador de Bitácora del Auditorio).
Foto: Berenice Fregoso. EL UNIVERSAL
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