La batería anunció la llegada de la esperada al escenario Vans en el , ya la noche había envuelto a los asistentes en la segunda tarima más importante del festival cuando en las pantallas colocadas detrás y a los costados del escenario, iluminaron a los escuchas emocionados, con imágenes de un cielo estrellado.

Y es que Phoebe es la combinación de entrega en el escenario, y relajación a través de su música. Pese a que el Vans no lucía repleto de gente, las miles de gargantas corearon sus canciones, y los brazos se levantaron para moverse de un lado a otro, los asistentes ya se encontraban conmovidos por la presentación de Bridgers.

Frente a las pantallas, las luces de los celulares se levantaron, como en un diálogo de iluminación entre el show y el público, que provocó también una escena nocturna de complicidad como pocas durante la doceava edición del Corona Capital.

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Por su cabello rubio, casi completamente blanco, reflejaba los colores de las luces, que se tornaban a veces azules, a veces lilas o a veces se apagaban por completo, logrando que los faros de arriba iluminaran a los oyentes y así Phoebe los saludaba.

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La emoción creció cuando completamente entregada a su música, sin miedo Phoebe descendió del escenario, corriendo frente a la barricada, donde sus fans estiraron la mano para saludarla, y la estadounidense no dudó en chocar su palma con los que aguantaron hasta adelante del escenario para ver de cerca a los artistas.

Algunas canciones eran bailables, y provocan que lentamente los seguidores que aún tenían energía se entregaran bailando.

Las luces se apagaron completamente, y el público coreo fuerte su nombre pidiendo un tema más pero la puntualidad de los horarios del festival le impidieron a la cuatro veces nominada al Grammy tocar una última canción.

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