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Recrear la historia de México en la pantalla es complejo.
Así como hay títulos con buena documentación y se apegan más a los hechos, hay otros que, al ser productos de ficción, se toman licencias creativas que terminan distorsionando la realidad.
En los últimos años destacan títulos como Hernán, protagonizada por Óscar Jaenada, que a pesar del eco que tuvo, tiene errores importantes como la forma en que retratan a la nobleza: Moctezuma no pudo ser un hombre gordo.
Otros como Gritos de muerte y libertad, cuyo punto de partida es el grito de independencia, si bien es más apegado a la historia, no es tan detallado como sí lo hace el documental Malintzin: la historia de un enigma.
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Los investigadores coinciden en que, para volverse expertos o conocer la historia de México, estos programas de entretenimiento no son el lugar indicado, pero sí pueden ser un primer acercamiento que invite a indagar más.
“Es bastante interesante y valioso que exista la preocupación por la divulgación de la historia a través de los medios de comunicación”, señala la maestra en Historia Wendolin López.
“Deberíamos de tener cuidado con la forma en que nos relacionamos como público y mexicanos con los contenidos... No deja de ser ficción y una visión de la historia particular; cuando las vemos, no debemos de quedarnos sólo con la narrativa que nos cuentan”.
Un baño de historia poco detallado
La historia de Gritos de muerte y libertad arranca momentos antes del inicio de la Independencia de México en 1810 y la primera escena corresponde al grito, una de las más icónicas del país.
“Imagino que fue a propósito para empezar fuerte e inmediatamente después nos transporta años antes de comenzar el movimiento para plantear el contexto”, dice el maestro Misael Martínez.
El experto señala que es complicado dar lectura a los hechos que sucedieron hace tanto tiempo y eso permite que se tomen licencias por ejemplo en la ropa. Además se asesoraron en historiadores de renombre e incluyen datos duros.
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El punto en contra es que por tratarse de un producto para televisión no se presta para ser más detallado, cosa que podría hacerse en un documental. Funciona para “darse un baño de historia”.
Se inventan un castillo de San Juan de Ulúa
Foto: FOX
La serie Sitiados: México , protagonizada por Alfonso Herrera , Eréndira Ibarra como Inés y Juan Manuel Bernal, entre otros, se sitúa en el siglo XVII en Veracruz.
“Como historiador, uno puede entender los cambios o alteraciones en los hechos históricos: es una ficción, no un documental. Lo que me parece lamentable es que, contando con los recursos para realizar una producción de época ambiciosa, los valores de producción y el trabajo de ambientación histórica son mediocres, pobres”, señala el doctor Iván Escamilla, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Según el experto, en temas como el vestuario se mezclan prendas de un siglo anterior, no se recrearon correctamente los peinados de la época y la reconstrucción digital del puerto de Veracruz que se hace en el primer episodio es poco lograda y errónea al mostrar el castillo de San Juan de Ulúa terminado, cuando en esa época se estaba reconstruyendo.
Escamilla aplaude que se interesen por rescatar acontecimientos de la última parte del siglo XVII.
Sin embargo, explica que al tomarse tantas licencias sirve de poco para aprender de este periodo.
“Las libertades dramáticas deforman los hechos y circunstancias y la historia del ataque y captura de Veracruz en 1683 por el pirata holandés Laurent de Graaf, Lorencill.
Una clase para reivindicar a Malintzin
Foto: CLARO VIDEO
En este caso no es una serie de ficción sino un documental. Para la doctora Berenice Alcántara Rojas era claro que la producción de Malintzin: la historia de un enigma quería realizar un producto de corte educativo o didáctico, que mostrara una imagen de Malintzin como una gran mujer para contrastar la imagen que difundió de ella el nacionalismo como una traidora.
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“Buscaron tanto un asesor histórico como entrevistados que fueran académicos de instituciones internacionales de reconocido prestigio y que fueran conocedores de la época y el tema”.
En este caso las mayores licencias se tomaron en la ambientación (escenarios, vestuarios, maquillajes).
“Es un producto de calidad que cumple con su objetivo didáctico de ofrecer nueva información sobre este personaje y su época, y un nuevo punto de partida para mover la reflexión”.
Ambientada en la Revolución mexicana , El encanto del águila tuvo en su reparto a Ignacio López Tarso , Cecilia Suárez y Gerardo Trejoluna. De acuerdo con Walter Martínez Hernández, doctor en Historia de la UNAM, se invirtió mucho dinero y se formó un equipo de historiadores reconocidos.
“Lo más criticable del primer capítulo es que no presenta la otra historia del porfiriato”, señala.
“Se deja de lado la lucha social, la inconformidad de la sociedad en contra del régimen. Esto tiene una significación porque, si tú expones una lucha social, de alguna manera fomenta a la conciencia de clase, si hablas del movimiento campesino, obrero y que hubo trabajadores que se rebelaron porque eran oprimidos, puedes entender que tú como trabajador y campesino puedes hacer lo mismo”.
Para el maestro en historia Erik Damián Reyes Morales la escenografía y vestuarios de la serie Hernán estuvieron bien logrados pero hay un problema estructural de una mala representación de la nobleza indígena en la serie protagonizada por Óscar Jaenada.
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“La nobleza prehispánica como la del resto del mundo antiguo era guerrera, ellos definían las batallas y conquistas; y en la serie ninguno tiene rasgos guerreros, hay un par pero la talla es muy pequeña.
“Representan a la nobleza indígena como una bola de gordos, ciegos, flacos y es un error grave. Reproduce esta idea de que los indígenas eran tontos, flacos, mal alimentados, todo esto que ha justificado la conquista y la supremacía clasista de algunos sectores sociales sobre otros en México”.