Más Información
“Ya eran dos años de no venir, ya hacía falta, vinimos precisamente a esto”, exclama José Rodríguez, acompañado de su esposa y tres hijas.
Llevan casi tres horas en la explanada del Zócalo capitalino, observando el espectáculo del Circo Atayde, que marca de los primeros shows de entretenimiento público en este lugar durante la pandemia, como parte del Festival de la Primavera.
Como ellos, había varias familias, algunas con carriolas, otras con niños atónitos que veían el espectáculo y otros que preferían correr de un lado a otro cuando algo no les atraía tanto; o simplemente estaban quienes iban de paso y se quedaron.
Lo que ocurrió ayer en la plancha no igualó, por supuesto, lo narrado en crónicas añejas en las que se solían parar actividades con el arribo de un circo, pero sí que se convirtió en la zona cero de la diversión.
Cary en el aro aéreo; la contorsionista Auri con su listón plateado y mostrando su elasticidad sobre una luna; además de Diana, mujer que ejecuta piruetas estando metros arriba del suelo, sostenida únicamente por su cabello, fueron algunos de los números que se exhibieron frente a la Catedral Metropolitana.
No faltaron las bailarinas y las rutinas de payaso, que interactuaron con el público.
“Mi mamá me dijo que estudiara y ahora me tienen aquí ganando 5 mil pesos por función”, bromeó.
“¿Haces volados?”, preguntó un hombre al niño merenguero, entre broma y buscando duplicar el que acababa de comprar.
“No podemos, nos los cuentan”, atajó rápido la chica que acompañaba al pequeño.
Previo al espectáculo, la conductora principal del evento sabatino recordó que todo mundo debería portar cubrebocas, algo que muchos no atendieron, o lo tenían sin taparse la nariz.
Por momentos pareció que el coronavirus y el confinamiento fueran un mal sueño, que estaba acabado frente a súpermujeres y súperhombres que realizaban trucos y malabares.
Hacia la mitad del espectáculo una breve lluvia hizo que decenas de asistentes se dirigieran a los arcos de los edificios perimetrales para guarecerse; mientras que otros sacaron plásticos y sombrillas para no perder su lugar.