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Luis Miguel todavía no aparecía en el escenario cuando las trompetas comenzaron a tocar ocasionando el estallido del público.
Un grito invadió la Arena Ciudad de México, cortesía de las 20 mil personas en el inmueble que, acompañadas con el bajo, la batería y la guitarra, corearon el tema “Será que no me amas”.
Después de un minuto, apareció un Luis Miguel sobrio con traje negro y su peinado perfecto. Se acercó al público frente al escenario y les sonrió entregando todo de sí: cantando con aquella potente voz que ha cuidado durante 40 años y que ha soportado una gira de dos años y más de 170 conciertos.
Su capacidad de terminar una gira de tantos shows sigue siendo cuestionada, pero cuando suena “Amor, amor, amor” y grita a su público el clásico “¿Cómo dice?”, todos en la Arena se convencen de que, efectivamente, están ante el genuino Sol.
Su forma de bailar moviendo la cadera es una prueba más de su originalidad, de que sigue conservando la energía, y en sus venas saltadas también se aprecia el esfuerzo y la pasión que el ídolo sigue imprimiendo en cada canción como con “Suave”, en la que se abre el saco, mira a la tarima, se congela por unos segundos y sus fanáticos en respuesta le gritan emocionados.
Luismi da aplausos sin dejar de sonreír y las 20 mil palmas lo siguen, desde las 21:10 horas sólo importa lo que él hace.
Y en la primera balada de la velada, “Culpable o no”, se sostiene con el coro de los 20 mil presentes, sin mayor complicación.
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Incondicionales por partida doble
Mientras suena “Te necesito”, los clubs de fans presentes, la mayoría compuestos por decenas de mujeres, bailan con energía frente al cantante, que toma una pausa para escuchar con claridad los gritos que se desatan cuando sus músicos paran, él los identifica y saluda.
“Esto es lo que es Luis Miguel: cariño, humildad. Nosotras somos sus incondicionales pero porque él también siempre ha sido así con nosotras, nos sigue entregando su música y nosotras seguiremos dándole nuestro amor”, asegura Angie Cevallos del club Las Jarochas.
“Hasta que me olvides” comienza a sonar y ese sector del público que casi puede tocar a Luis Miguel, pues pagaron las entradas más caras, no deja de cantar y gritar cada que él voltea a verlas.
Hay jóvenes, niños y adultos de diferentes generaciones que lloran y se despeinan bailando sus temas, como Carito, integrante de otro de club de fans: “El amor, el compromiso, esa fidelidad a su público es lo mismo que nosotras hemos hecho con su música y transmitido a nuestras familias”, asegura.
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En “Por debajo de la mesa y “No se tú”, los fans más longevos aprecian y cantan junto a Luis Miguel, mientras los más jóvenes beben, bailan y se toman selfies armando la fiesta entre los pasillos, incluso hay quien es retirado de las sillas por intentar pararse a bailar sobre ellas en “Dame”.
Con “No sé tú”, y “Por debajo de la mesa” Luismi rememora los tiempos donde la balada romántica dominaba las emisiones de radio, donde las flores o las disculpas con canciones eran una opción.
Después, suena “Como yo te amé” en un popurrí de canciones románticas que incluye a “Solamente una vez”, “Somos novios”, “Todo y nada” y “Nosotros”.
Para no perder la costumbre, El Sol invita al mariachi, ofreciendo un popurrí de canciones como “Guadalajara”, “La fiesta del mariachi” y “La Bikina”, con todos los músicos bailando en el escenario.
Las trompetas y el guitarrón provocaron el zapateo en el público, muchos de los cuales armaron parejas imitando a los bailarines folclóricos que estaban con Luismi.
“La media vuelta” cerró la sección de mariachi al tiempo que sus seguidores levantaban sus vasos para brindar por ser partícipes de la fiesta de El Sol.