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cesar.huerta@eluniversal.com.mx
En febrero pasado Mauricio D’ Aguinaco, entonces director de la Comisión de Filmaciones en la Ciudad de México, recibió, de lleno, la negativa de producciones extranjeras para filmar en el país.
Habían pasado cinco meses del asesinato de Carlos Muñoz, quien buscaba locaciones para la serie Narcos, en el Estado de México, y en Hollywood ya estaba la maquinaria echada para negarse a trabajar en tierras nacionales.
“Buscaba que vieran al país para sus producciones, pero alguien con sede en México me dijo que por ahora ya no se tenía contemplado nada. Sí trabajar cosas locales, pero no traer talento de allá”, recuerda.
El mes pasado, el diario español El País difundió que algunas escenas de Terminator se habían movido a Madrid, España, para evitar problemas de seguridad.
Hasta el momento nadie de esa producción, en la que actúa el mexicano Diego Boneta (Luis Miguel, la serie) ha declarado oficialmente al respecto.
“Aquí no se sabía de eso sino hasta que apareció el artículo, creo que fue por otras cosas, como que les convenía más filmar en un solo lugar que viajar por algunas secuencias”, considera D’ Aguinaco.
Los efectos. Contra las nueve producciones hollywoodenses rodadas parcialmente en 2017 en tierras nacionales, entre ellas Bel canto, con Julianne Moore y Sicario 2: soldado; en lo que va del año sólo se ha registrado una, Here on the Earth.
Apenas en 2015 la capital fue panorama de los minutos iniciales de Spectre, y Tijuana de la reversión de Punto de quiebre.
Nada que ver con lo registrado en 2006, cuando México acogió en su totalidad Apocalypto, de Mel Gibson; Vantage point, con Dennis Quaid y Resident Evil: extinción.
Pero no todo es por la inseguridad, refiere D’ Aguinaco.
Colombia se convirtió en imán para estudios estadounidenses, tras promulgar en 2012 una ley que permite reembolsar 40% del dinero gastado en su territorio, mientras que en México no se llega siquiera a 10%.
“Eso es lo importante, buscar algo similar, porque tenemos locaciones, todos los climas, para hacer de México un paraíso de rodajes”, expresa el también cineasta.
Un documento de la Red Nacional de Comisiones Fílmicas México establece que, desde 2010, los rodajes nacionales y extranjeros han generado una derrama económica superior estimada a los 13 mil millones de pesos. Las cifras no son diferenciadas por país de origen.
Anualmente, de acuerdo con el Imcine, las filmaciones realizadas generan 250 mil empleos entre informales y formales.
Godzilla, la más reciente producción AAA, daba 60 mil dólares (un millón 200 mil pesos) por cada calle cerrada, los cuales eran repartidos entre los habitantes y comercios.
En la capital mexicana, la sede favorita del mundo audiovisual, se realizan a diario más de 40 producciones para cine, tv y publicidad.
Caso local. Productores mexicanos refieren que la inseguridad no los ha golpeado como pareciera.
Algunos que no han logrado esquivarla son, por ejemplo, Marioneta, de Álvaro Curiel (Hasta que te conocí), cuyos integrantes de producción fueron rodeados en la Alameda Central, a plena luz del día, por varios hombres que, con amenazas, les impidieron ocuparla.
“Dijeron que, si no nos íbamos, llamarían a más, entonces salimos corriendo; la escena la hicimos en otro lugar, pero da coraje”, recuerda el realizador.
Este fin de semana se estrenó en Cineteca Nacional la cinta Ayer maravilla fui, rodada en calles del Centro Histórico de la capital mexicana, a metros del barrio de Tepito.
El director Gabriel Mariño señala que la estrategia consistió en ubicar a la gente que debía, para no ser molestado durante el rodaje.
“Sí estaba rudo, pero éramos cinco personas y una cámara relativamente pequeña; así que tratábamos de pasar desapercibidas y conectar a una o dos personas del barrio, hacernos sus amigos, invitarles un cafecito y pan dulce cuando se podía, y que vieran que no íbamos a hacer nada, más que un proyecto cinematográfico y creo que con eso pudimos salir a adelante”, apunta.
Billy Rovzar, quien ha estado atrás de cintas como Matando cabos, Salvando al soldado Pérez y la serie Sr. Ávila, asegura que hasta hoy, sus producciones no han padecido la inseguridad.
“Tratamos de no exponernos mucho porque al final del día cada producción puede tener 100 personas trabajando. No hemos tenido afortunadamente eso”, apunta.