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Berlín.— Jodie Foster, quien saltó al estrellato mundial por su papel protagonista en la película El silencio de los corderos (El silencio de los inocentes en América Latina), ensalzó los beneficios terapéuticos que le ha aportado su labor como cineasta.
“Creo que la mejor terapia del mundo es ser director de cine”, señaló la también actriz, de 55 años, en declaraciones que ayer publicó el semanario alemán Frankfurter Allgemeinen Sonntagszeitung.
Foster, ganadora de un premio Oscar, entiende que el trabajo detrás de las cámaras brinda la oportunidad de demostrar quién es uno mismo.
“Aquí hay que hablar claro de quién es uno, de cómo uno se comunica con los demás, de cómo uno inspira a los demás, se aprende continuamente”, agregó.
La actriz de Hollywood se encuentra promocionando en Alemania la película Hotel Artemis, que la próxima semana llegará a las pantallas en el país europeo. Foster protagoniza la cinta de bajo presupusto, escrita y dirigida por Drew Pearce, y en la que también participan Sofia Boutella, Dave Bautista.
Si bien Jodie destaca la labor del director, la estadounidense se ha limitado a dirigir algunos episodios de series de Netflix, como House of cards, Black mirror y Orange is the new black, y dosifica su carrera actoral para atender a su familia.