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Más de 600 horas de grabación, 8000 mil fotografías y cientos de fans de la banda The Velvet Underground que compartieron sus objetos, registros, anécdotas y conocimiento de la época y la banda que nunca había sido retratada con la profundidad y riqueza que logra el director californiano Todd Haynes . Todo eso se condensa en un documental que en 110 minutos sumerge al espectador no sólo en la época en que el liderazgo de Lou Reed y Andy Warhol coincidieron en el marco de La fábrica, un lugar de reunión multi artístico y en el que conformaron una de las bandas más enigmáticas y poco convencionales de la historia de la música.
El carácter indomable y solitario de Reed, la figura de Warhol como un líder innato así como el carisma de ambos son sólo uno de los hilos que mueven el documental que se vuelve una pieza histórica de la banda pero también de una ciudad, Nueva York, que dio cabida a la amalgama de expresiones artísticas en una época única.
En la rueda de prensa, Haynes, rodeado por sus productores Adam Kurnitz, Christine Vachon, Julie Goldman, Carolyne Hepburn y Christopher Clements habló del monumental esfuerzo que supuso dar orden y alma a todo el material con el que se contaba. La pandemia y el encierro, fue algo que ayudó, “el principio de los meses del Covid nos permitieron encerrarnos a revisar y trabajar con todo el material. Hice cuarentena con mi editor y con él estuve trabajando en todos los cortes del documental”, comentó Haynes quién también dirigió a la distancia a las demás piezas de su equipo. Carolyn Hepburn, explicó, “pudimos contar con todo el archivo que había pero también con la información que nos dieron los fans. Muchos datos ocultos que pudimos rescatar, desde los inicios de The Velvet Underground hasta cuando Lou Reed pelea con Andy Warhol al final. Los fotógrafos fueron claves también”, apuntó la productora. Para Christopher Clements, “parte de hacer documentales es saber que todo lo que se muestra en la película también contribuirá a que esto quede registrado en la Historia”, añadió.
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Para Todd, algo muy importante que mostrar en el filme fue la sensación que transmitía The Velvet Underground, “y es que era una banda que siempre se sentía fuera de todo convencionalismo: la forma en la que se promovía, en la que tocaba, en la que manejaba sus relaciones. Había que entender que era una época en la que muchos artistas se encontraban y confluían en el Nueva York de esos tiempos. Fue un momento muy interesante”, apuntó el director para el que, “en muchos sentidos este filme es un retrato también de Nueva York. Es difícil separarlo porque NY es su fusión de culturas, una ciudad en la que los inmigrantes y su mezcla crearon estas posibilidades”.
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