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Guadalajara.— Todos los domingos, Guillermo del Toro toma el trapeador y el sacudidor para darle, él mismo, mantenimiento a las cerca de 3 mil figuras relacionadas con el terror que tiene en su casa de Los Ángeles.
“Yo limpio, yo enmarco, yo sacudo, lavo y trapeo porque la última vez que alguien me quiso ayudar rompió dos monos (risas) ¡cada domingo me toca!, ¡descanso sacando el bote de la basura!”, revela de buen humor.
A todos esos objetos los quiere pero durante los pasados incendios que afectaron a la ciudad angelina, al director de El laberinto del fauno y El espinazo del diablo había dos cosas que le interesaba rescatar: dos fotos, una de él pequeño y otra de vampiro mordiendo a su prima y sus libretas con apuntes.
Algunas de estas cosas están en la exposición En casa con mis monstruos, que se inauguró este miércoles en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.
“Para mí, lo más bonito del coleccionismo sucede cuando se asume lo efímero: son cosas y las cosas vienen y van. Me di cuenta que si rescataba alguna, la odiaría por no tomar las demás”, refiere el cineasta.
“Para mí un mono roto que pegué es más personal que un mono que pinté, el terror del coleccionismo es que se vuelva una cosa auto omnívora, que sólo se dé algo para uno mismo”, externa.
Por eso adelanta que una vez concluida la exposición, en octubre próximo, parte de la colección se va a fragmentar e irá a cuatro museos, de los que se reserva el nombre, para estar en exhibición permanente.
“Si tengo 20 acuarelas o acrílicos de una película de Disney, por ejemplo, de qué me sirven; digo, me da mucha felicidad al verlas pero si puedo compartirlo con la gente, es mejor”.
En casa con mis monstruos está integrada por más de 900 objetos, procedentes más de la mitad de su colección personal y el resto de particulares que tienen que ver con su arte, como obras de Siqueiros.
Entre las propias se encuentran figuras a escala natural del fauno y el hombre pálido, ambos de El laberinto del fauno; vestuario original de La cumbre escarlata; una cápsula de Titanes del Pacífico y el artefacto que desata la historia de Cronos, su ópera prima.
También se puede revisar sus libretas de apuntes a través de pantallas, las posesiones que tiene de Frankenstein como un gran rostro y diversos objetos de Hellboy y Blade 2.
Será la última vez que haya exposición en el orbe, luego de haber circulado en Los Ángeles, Toronto y Minneapolis.
“Todas las cosas tienen relación entre sí, por ejemplo el ejército dorado de Hellboy salió de un juguete japonés que venía en unos chicles, vi que lo resolvieron con bisagras en hombros, cuerpo y ahí está”, explica.
Con matemáticos. A pregunta expresa, Del Toro dice que apoyar a un grupo de niños que viajará al Mundial de Matemáticas a Sudáfrica es por su preocupación de afectar positivamente su esfera inmediata.
“Tengo una preocupación por la continuidad de las cosas. Mi diálogo con la familia es claro: de lo que junte y haga el resto de mi vida, un gran porcentaje lo dedicaré a que estas cosas continúen”, indica.
“A veces me mandan el mensaje directo (de posible ayuda) y nadie se da cuenta, esto me movió mucho y dije que había que hacer; no está mal hacerlo por ese medio (Twitter), creo que los empresarios locales de cada ciudad y estado podrían involucrarse más en una labor humana y real para propiciar estas cosas”.
Recuerda que quería hacer una película con luchadores: Plata, que al final derivó en la serie The strain.
“Plata era sobre un luchador que se daba cuenta que sus políticos eran vampiros y comenzaba a matarlos, ¡cosa que aún tiene potencial! (risas). Las historias las va encontrando uno, pero la carrera es lo que sucede mientras haces otros planes”.