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cesar.huerta@eluniversal.com.mx
Para interpretar a Jesucristo, Julián Gil bajó más de 20 kilos, se dejó crecer la barba y hubo secuencias, como la crucifixión, donde aguantó el frío que imperaba en España para hacerla.
¿Algo más? Tras protagonizar Jesús de Nazareth, que estrena hoy en países de Latinomérica, no tiene miedo a la presunta maldición que pesa sobre quienes han interpretado al Mesías, como Robert Powell, quien afirma, su carrera no creció luego de ello.
“No creo que (eso) esté relacionado al haber interpretado a Jesús”, considera Gil en entrevista escrita para EL UNIVERSAL.
“Personificar a Jesús fue una gran responsabilidad, y a la vez, una gran bendición. Vivir lo que él te hace sentir humilde. Sentí una gran presión y responsabilidad, ya que es un personaje bíblico y de no hacerlo correctamente puedo ser señalado”, indica el argentino.
Jesús de Nazareth, dirigida por Rafa Lara (5 de mayo: la batalla y Labios rojos), inicia hoy en Brasil, Colombia y República Dominicana, llegando a México hasta fines de mayo o junio,
“Estamos cerrando negociaciones, la posproducción fue compleja y tomó mucho tiempo, ya no dio tiempo de apartar salas aquí”, aclara Lara.
“Pero estrenar en estos tres países en una primera semana es gratificante, es difícil que una película en español, latina, salga, esta saldrá en todo el continente”, subraya el realizador.
La producción española costó 5 millones de euros (unos 100 millones de pesos), teniendo en el reparto a Mayrín Villanueva (Mujeres de negro) como María y Sergio Goyri (Que te perdone Dios) en el papel de Herodes.
También están Eugenio Siller como el apóstol Juan; la venezolana Gaby Espino en la piel de María Magdalena y al argentino Santiago Ramundo, en la de Judas.
Se contó con la asesoría del teólogo Pepe González.
“La escena de la crucifixión fue, a nivel de preparación, de las más complicadas. La caracterización tomaba más de tres horas, pero puedo decir que el maquillaje y los efectos de maquillaje fueron extraordinarios. Y el día que se grabó, hizo mucho frío, teníamos que detener la grabación para poder calentarme”, recuerda Gil.
“Es de los personajes soñados que todo actor quiere interpretar, y llegó a mi vida en un momento que me encontraba profesionalmente y espiritualmente pleno”, abunda el histrión.
Almería, provincia sureña española que colinda con el mar Mediterráneo, fue el set principal. Se ocuparon hasta más de 200 extras para escenas. Es la primera película en español de la vida del nazareno, desde los 60.
“La película me cambió increíble desde el punto de vista de ver la vida diferente. Ser más agradecido, más humano, más sincero con mis sentimientos y con mis acciones”, comenta Gil.