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Cannes.— La mítica Pulp fiction que catapultó a Quentin Tarantino al reconocimiento internacional al ganar la Palma de Oro en 1994 se presentó en este mismo Festival hace 25 años. Y en esta ocasión, el director estadounidense volvió a la Riviera francesa acompañado de las grandes estrellas de Hollywood: Brad Pitt, Leonardo Di Caprio y Margot Robbie para presentar Once upon a time in Hollywood, una cinta con la que el cineasta rinde homenaje a la ciudad de su infancia y que, aunque tiene su dosis de violencia, se acerca más a un cuento acerca de los años 60 que a un filme de acción.
Los pases de prensa, calculados para coincidir con la alfombra roja y evitar cualquier spoiler o fuga mediática (algo que se ha cuidado excesivamente este festival haciendo firmar a los periodistas un embargo que prohíbe hablar de la cintas hasta que termina el estreno oficial), estaban a reventar y las dos salas en las que la película se proyectó se llenaron, dejando sin lugar a personas que habían esperado durante horas y se habían agolpado en las puertas. Era verdadero furor el creado por este filme en el que con mucha anticipación empezaron a circular por las redes sociales las imágenes de Margot Robbie, DiCaprio y Pitt caracterizados en sus personajes de Sharon Tate, Rick Dalton y Cliff Booth respectivamente.
Nada es lo que parece. En Once upon a time in Hollywood nada es lo que parece. Al ver el filme ambientado en 1969 se puede intuir cómo muchas cosas que suceden son los deseos de Tarantino, cómo hubiera querido que fueran los hechos en lugar de lo que sucedió realmente. Y por eso es que los detalles del guión del filme fueron guardados con tanto cuidado y recelo hasta el último momento y el por qué el director y los productores hicieron un comunicado pidiendo a la prensa y el público en todas las funciones de Cannes de reservarse cualquier detalle que pudiera arruinar la experiencia de las personas que verán la película hasta su estreno previsto en julio.
Esta es la primera vez que una película de Tarantino no es producida por Harvey Weinstein (productor acusado en 2017 de acoso y abuso sexual), sino por Sony Pictures, que le dio al director 95 millones de dólares para filmar la cinta sin restricciones y con el cast deseado.
Por eso Tarantino pudo permitirse el lujo de tener como protagonistas a Leonardo DiCaprio y Brad Pitt en sus papeles como una estrella de cintas western y a su doble, amigo y conductor, respectivamente. Se dice que ambos personajes están inspirados en la vida de Burt Reynolds.
La química entre Pitt y Di Caprio es notoria y las dos estrellas saben caminar con certeza sobre la fina línea de la comedia negra que están representando.
Al Pacino, como un ejecutivo de Hollywood (Marvin Schwarzs) aunque breve en apariciones, le aporta a la cinta momentos de frescura y agudeza. Margot Robbie interpreta a una bellísima Sharon Tate llena de vida y sensualidad en un Hollywood de ensueño lleno de promesas y en plena efervescencia de la carrera de su esposo Roman Polanski, interpretado por Rafal Zawierucha.
Aunque la historia transcurre en el contexto de los asesinatos de la familia Manson, Tarantino consigue enfocar la atención en el Hollywood del esplendor.