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En algunos casos guardado en cajas por sus ganadores, en otros secuestrado por familiares de ellos y en la mayoría mostrado con orgullo en oficinas o estudios, el premio Ariel cumple 60 años de vida.

A diferencia de 2009, cuando se dio un encontronazo entre varios actores y productores contra quienes dirigían la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), la de este año, a realizarse hoy en el Palacio de Bellas Artes, es tersa.

En aquella ocasión, en plena ceremonia, fue Daniel Giménez Cacho, ganador de cinco estatuillas, quien abrió fuego al pedir (entre aplausos, por cierto) una refundación de la AMACC para hacerla más plural, incluyente y democrática. Los fustigó por no representar a la comunidad fílmica de entonces.

“¡Esa ha sido la crisis más grande!”, recuerda el actor de Arráncame la vida y Colosio, el asesinato, “era un momento, ese, en que la Academia se tenía que abrir y ahora ya es un gusto estar en ella”.

Desde entonces, y a consecuencia de ese movimiento, a la Academia ingresaron productores como Mónica Lozano (No se aceptan devoluciones) e Inna Payán (La jaula de oro).

Este año, los triunfadores han sido elegidos por cerca de 200 personas, entre miembros activos y honorarios de la Academia, así como ganadores del Ariel en ediciones pasadas.

“Sentí que me tardé en, no sé si ser aceptado (por la industria), pero sí yo mismo me tardé un poco en entrar a esto”, reflexiona el realizador Amat Escalante, quien fue nominado al premio hasta su tercer largometraje, Heli, en 2014.

Ganador de la categoría de Dirección, Amat presume el premio, lo mismo que el especialista en sonido Martín Hernández, que ha estado nominado dos veces al premio Oscar y quien acepta tener guardado su Ariel junto al BAFTA obtenido por El renacido y un Grammy que ganó por la música de Birdman.

“El primer premio fue con Amores perros y está en casa, guardado, porque no sé donde ponerlo ¡es un trauma!”, señala entre risas.

A Tenoch Huerta, triunfador en Coactuación masculina 2012 por Días de gracia, su papá lo “agandalló” con el premio.

“Lo gané, él lo agarró, se lo llevó a su casa y desde entonces sólo una vez lo he podido tocar (risas), en una Navidad llegué, lo vi, volví a tocarlo y me lo volvió a quitar”, comparte el histrión divertido.

¿Polémica 2018? En esta edición destaca la presencia de dos documentales nominados en la categoría de Película (Batallas íntimas y La libertad del diablo), en la que también se encuentra Tiempo compartido, cuyo estreno comercial se dará en agosto de este año.

En caso de triunfar uno de estos documentales, sería la primera vez que dicho género le ganara a la ficción en la máxima categoría.

En los últimos 18 años, Del olvido al no me acuerdo, de Juan Carlos Rulfo y Los ladrones viejos, de Everardo González, compitieron pero no lo consiguieron.

“Sigue existiendo esa controversia de que un documental no es película”, refiere Everardo González, “pero afortunadamente la Academia se ha abierto a ello”.

Y explica el cambio de visión que ha sucedido en lo que va del siglo XXI.

“A mí los Ariel (cuenta con dos) me ayudaron a tener una carrera distinta, vengo de una generación donde el documental era despreciado, ganarlos puso atención a mi trabajo”, respalda el cineasta.

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