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Antes de comenzar el rodaje de "Amores perros" y mientras buscaba una locación al oriente de la Ciudad de México, Alejandro González Iñárritu fue asaltado por adolescentes, quienes le quitaron, entre otras cosas, una medallita. El robo fue, de hecho, contra todo el crew.
El realizador intentó recuperar la medallita y lograron ponerse en contacto con los jóvenes poco después, pero sin éxito, pues ya habían vendido todo para comprarle droga a su mamá.
“Al Negro lo conmovió y terminó dándoles trabajo, estos chavos aparecen de extras en una escena de pelea”, recuerda Tita Lombardo, productora en línea del filme.
"Amores perros" cumple hoy 18 años de haber sido estrenada en salas nacionales, donde permaneció cinco meses y registró más de 3 millones de espectadores. La cinta costó 24 millones de pesos y logró 54 premios internacionales, así como nominación al Oscar en Lengua extranjera.
“Salió con 220 copias y era una barbaridad, cuando las cintas mexicanas salían con 20 o 50”, relata Mónica Lozano, una de las productoras.
“Acababa de ser mamá y ahí, en la oficina con la cuna, andaba viendo cosas, era la primera película”, cuenta la productora de "No se aceptan devoluciones" y "Arráncame la vida".
Y no sólo para ella fue una escuela, sino para gran parte del equipo que por vez primera hacía un largometraje, comenzando con el propio González Iñárritu, seguido por el actor Gael García Bernal, entonces estudiante en Inglaterra, y el especialista en sonido, Martín Hernández, dos veces nominado al Oscar.
“¡El sonido es terrible, cada vez que lo escucho, sufro!”, asegura Hernández, “¡se sostiene porque el filme es muy bueno! Fue difícil comunicarle a los mezcladores de EU lo que queríamos hacer; no por el idioma sino por el lenguaje estético: nosotros queríamos romper lo ejes acústicos diciéndoles que algo no sonaba igual siempre, sino dependiendo de la posición; ellos decían que así no era porque ese era un discurso esquizofrénico y para nosotros ese era el chiste”, cuenta.
Humberto Busto recuerda en particular las escenas de la persecución en auto, que concluye con el choque y la muerte de su personaje.
“Fueron muchos ensayos, tenía que ser preciso; lo que más pulía Iñárritu era que se sintiera real; aún en el extranjero me dicen diálogos de mi personaje como el ‘¿qué hiciste?’ (que le dice a Gael antes de la escena)”.
Arriaga, el escritor, requirió tres años de trabajo y cerca de 40 tratamientos para la versión final que llegó a la pantalla.
Casi todos los días estuvo en set, viendo cómo Gael, Vanessa Bauche, Álvaro Guerrero, Goya Toledo y Emilio Echeverría, se tornaban en sus personajes creados.
“Hubo personas que nos decían no funcionaría porque el público quería cosas aspiracionales, eran personas que se quedaron en la superficie de la historia donde sólo veían peleas de perros”, recuerda.
Precisamente las secuencias con perros fueron la principal controversia, pues se pensaba que los animales habían sido maltratados en escena.
Un making off casero ayudó a mostrar la manera en que habían sido usados los bozales y los sedantes en escenas de ellos tirados.
“Para que nos aceptaran en los Bafta (en 2002 y que ganó un premio) se les envió para mostrar que no fueron lastimados”, subraya Lombardo.
Y aunque no lo parezca, la cinta apenas está reportando ganancias, destaca Lozano. ¿La razón?, no sólo hubos gastos en México, sino en el extranjero, como lo requerido para su lanzamiento en EU.
“Nuestra idea era que si una película se hacía con calidad y recursos, siendo estrenada en condiciones de equidad, seguramente estaría en el Top ten, y el tiempo nos dio la razón”, comenta la productora.