Cine

Danny DeVito defiende a las mujeres pero sí trabajaría con Woody Allen

El director y productor recibe hoy el Premio Donostia del Festival de San Sebastián por una impecable trayectoria

Danny DeVito defiende a las mujeres. Foto: EFE
22/09/2018 |11:17EFE |
Redacción El Universal
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Con 73 años y una larga carrera como actor, director y productor, Danny DeVito recibe hoy el Premio Donostia del Festival de San Sebastián por una impecable trayectoria que demostró hoy al defender a las mujeres en el cine o anteponer el talento de Woody Allen a cualquier otra consideración.

En una entrevista, DeVito aseguró que estaría dispuesto a producir una película de Allen siempre que le gustase el guion, más allá de la polémica surgidas por las acusaciones de abuso sexual por parte de la hija del cineasta neoyorquino.

"Todo está en el material. Probablemente lo consideraría", afirmó DeVito, nacido en Nueva Jersey (EE.UU.) en 1944 y que en esta 66 edición del certamen española presenta "Smallfoot", un filme de animación de Warner en el que presta su voz a un yeti llamado Dorgle.

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DeVito habló también del movimiento MeToo , que ha supuesto un revulsivo para las mujeres cineastas en todo el mundo, y se mostró partidario de estas protestas emprendidas en las redes sociales que comenzaron tras las acusaciones de acoso y abusos sexuales contra el otrora poderoso productor Harvey Wenstein, que acabaron con su carrera en Hollywood.

El intérprete de "One Flew Over the Cuckoo's Nest", "Throw Momma from the Train" o "Ruthless People" cree que las mujeres deben exteriorizar lo que les ocurre, no guardar nada dentro porque, si no, "se pudre".

"Pienso que las mujeres deben ser escuchadas, eso es lo que siento acerca de ello. Si tienes algo dentro que te molesta, tienes que sacarlo, así que 'sácalo fuera y di lo que está en tu mente'", afirmó el actor, que gesticula y recurre a las onomatopeyas para expresar lo que supone guardar dentro de uno mismo algo que siempre va a estar ahí dando vueltas.

Este actor suma un larga lista de películas de las que se verán algunas imágenes esta tarde en el palacio Kursaal de San Sebastián, donde se celebrará la gala en la que recogerá el Premio Donostia, el primero de los tres que el festival entregará en esta edición -el director japonés Hirokazu Kore-eda lo recibirá mañana y Judi Dench el día 25-.

Nominado a un único Oscar por su labor de producción en "Erin Brockovich", DeVito es uno de los profesionales más respetados en el mundo del cine y de la televisión, un medio que le lanzó a la fama por su papel en la serie "Taxi" a finales de los años setenta.

DeVito vuelve a gesticular, dibuja un arco con las manos y resopla, para mostrar cómo pasará por la pantalla casi medio siglo de carrera, de la que asegura no reniega de nada.

Considera que las películas son como "los propios hijos", en su caso, trabajos también detrás de la cámara como "The War of the Roses", "Hoffa" y "Matilda", como director, y "Erin Brockovich", "Pulp Fiction" y "Gattaca", como productor.

"Es como tener hijos porque los quieres a todos por igual. Es como si te preguntasen a qué hijo dejarías fuera de tu vida. Los escogerías a todos", recalca el actor, vestido con ropa informal en una suite del hotel María Cristina, donde ha recibido a los medios de comunicación.

En estos tiempos de lo políticamente correcto, en los que parece que los límites del humor van estrechándose, DeVito asegura que sí volvería a tener cabida una película para niños como "Matilda", basada en el cuento de Roald Dahl que dirigió en 1996 y en la que formó junto a su exmujer Rhea Perlman uno de los matrimonios más irreverentes de la pantalla.

Opina que esta clase de comedias infantiles tienen "siempre los mismos principios" para atrapar a los pequeños espectadores, a los que suelen atraer los personajes malvados. De hecho, dice que la terrible maestra de Matilda es uno de los que más les divierten.

"De niño, mi personaje favorito era el de la malvada bruja de Blancanieves", señala el actor, director y productor norteamericano, que vuelve a utilizar los gestos y las onomatopeyas para expresar el placer y miedo que le producía a la vez ver cómo la madrastra transformada en bruja entregaba a la inocente niña la manzana envenenada.

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